miércoles, 12 de abril de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 10

 —¡Pedro! —exclamó de pronto—. ¡Soy una idiota! Me puse a traducir italiano a alemán... ¡Pero podría haber traducido del checo! Han pasado unos años desde que leí Checo Coloquial, pero estoy segura de que podría haberlo hecho... Al menos parte del tiempo.


—Aunque me alegro de que no lo hicieras —se levantó y se estiró, luego se volvió hacia ella y enarcó una ceja—. Lo más probable es que desapruebes esto, pero me puedes ser de más utilidad si la gente no sabe cuáles son todos tus conocimientos. Es factible que se muestren más abiertos entre ellos si no se dan cuenta de que tú los entiendes.


Iba a cuestionarlo cuando comprendió lo que pasaba.


—No importa que yo lo apruebe o no —dijo con sequedad—, porque no pienso trabajar para tí. ¿No recibiste mi mensaje?


—Por supuesto. Tuve ganas de estrangular a la recepcionista por no haberte pasado. Podrías haber llegado media hora antes.


—Si hubiera conseguido hablar contigo, no habría venido —repuso Paula.


—Entonces menos mal que no te pasó, ¿Verdad? —se encogió de hombros.


—¿Qué demonios le dijiste a esa chica? —recordó de repente.


—No lo recuerdo. Algo ingenioso, espero —un lápiz se quebró entre sus dedos largos—. Por el amor de Dios, quita esa expresión de tu cara. ¿Tienes alguna idea del tiempo y del dinero que hemos puesto para preparar esta reunión? Dijo que sabía francés y alemán, y luego resultó que era una total incompetente. ¿Qué esperas que haga... Darle un sobresaliente por el esfuerzo?


—Espero que seas abominablemente rudo —indicó Paula—. ¿Cuándo eres otra cosa?


—Oh, puedo ser bastante agradable cuando quiero.


—Sí, cuando quieres seducir a alguien —desdeñó Paula.


—Si eso es lo que piensas, será mejor que sea «Muy» rudo contigo. No me gustaría que te hicieras una idea equivocada —comentó al tiempo que metía los papales en el maletín y lo cerraba.


—Te aseguro que jamás se me ocurriría algo tan ridículo como eso — replicó ella.


—¿Qué tiene de ridículo? —la miró con expresión inescrutable—. Eres muy hermosa. Debiste notar que no te quitaban los ojos de encima.


—Creía que no te gustaba involucrarte con tu secretaria —señaló, de repente sin aliento.


—Creía que no ibas a ser mi secretaria. Parece que, después de todo, puedo seducirte —al acabar la reunión había parecido cansado, pero en ese momento esbozó una leve sonrisa. 


—No, no puedes —cortó Paula—. Llama a mi agencia y dí que ya no me necesitas más, así me encontrarán otro trabajo.


—Pero te necesito —la miró ceñudo—. Si no transcribes esas notas nadie más será capaz de hacerlo, y Dios sabe cómo se reanudará la reunión. Acaba la semana... al menos te habrás ganado un dinero — Paula guardó silencio. Apenas sabía qué era peor, su temperamento irritante y desagradable o el encanto relajado y fácil que siempre daba en el blanco—. ¿Cuál es el problema? —se mostró impaciente—. No te quedarás en Londres todo el tiempo. Viajaremos a Praga y a Varsovia. Conocerás a gente interesante. Harás un gran trabajo, y al final podrás buscar algo mejor si lo deseas. No sé por qué te muestras tan condenadamente suspicaz. Lo único que tienes ahora es un montón de años desempeñando trabajos eventuales, lo cual no es la mejor recomendación para subir en el mundo empresarial... 

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