lunes, 17 de abril de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 13

 —Son buenas—musitó.


—Me alegro de que te gusten —se centró en otro croissant.


Pedro continuó andando mientras pasaba las páginas.


—De acuerdo —concedió—. Puedes empezar a las ocho.


—Preferiría irme a Cerdeña, pero dije que aceptaría el trabajo. Quizá esté dispuesta a empezar a las nueve —Pedro dió la impresión de que iba a decir algo, pero las copias en alemán llamaron su atención. Volvió a apretar los dientes—. Tu problema radica en el bajo nivel de glucosa que tienes —explicó ella—. Por eso es importante tomar un buen desayuno. De lo contrario, es muy probable que te muestres irritable e impaciente.


—No soy irritable... —comenzó. 


—Toma un croissant —instó ella—. O una pasta danesa. Te ayudará a situar todo en perspectiva.


—Debo estar loco —comentó, arrojando las transcripciones sobre una silla cercana.


—No, sólo tienes un bajo nivel de glucosa —insistió Paula—. Come algo y te sentirás mucho mejor —durante un instante se preguntó si había ido demasiado lejos. No dejaba de olvidar que ya no trataba con el relajado Pedro de diecisiete años, capaz de burlarse de sí mismo y de reír sus burlas. En ese momento estaba con un empresario obsesionado que la consideraba como su mayor obstáculo en su carrera para conquistar Europa del Este. Por otro lado, si dejaba que él la intimidara sólo una vez...— Come algo y harás que yo me sienta mejor —continuó con voz provocativa—. Me he tomado un montón de molestias para traerte algo... Es una simple cuestión de buena dirección mostrar tu aprecio. Cuando alguno de tus empleados se desvía de su camino para hacer algo provechoso deberías demostrar que aprecias la iniciativa. Es bueno para la moral del personal...


—Tomaré algo si ello te ayuda a acabar pronto tu desayuno y te pones a trabajar —el destello de malhumor en sus ojos mostraba que sabía que ella lo provocaba. Puso un par de bollos en un plato y tomó una taza de café.


—Qué maravilloso sillón —dijo ella, dando vueltas y más vueltas—. ¿Giras así alguna vez?


—No.


—Estás demasiado ocupado —comentó, sin dejar de rotar—. Eres demasiado importante. Tienes cosas que hacer, gente a la que ver. Debes ser un buen ejemplo para tus empleados —con un pie detuvo el sillón justo de cara a la ventana. Apenas eran las siete y media, y la calle seguía bastante vacía... Pero ya empezaba a entrar gente en el Edificio Alfonso, con sus maletines en una mano y el bolso de gimnasia en la otra. Sin duda se debía al efecto del buen ejemplo del señor Alfonso. Había algo deprimente en ello—. Directrices que dictar —añadió con impertinencia.


Se impulsó con el pie contra la pared e hizo que el sillón volviera a dar vueltas. Se habría movido unos diez centímetros antes de parar con brusquedad. Paula se encontró ante la cara enfurecida del buen ejemplo para sus empleados. Iba a protestar indignada cuando el Gran Motivador la agarró de los brazos y la puso de pie. 

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