miércoles, 5 de abril de 2023

Una Esperanza: Capítulo 69

Él asintió. No podía hablar. Ella fue hasta el coche y, segundos después, Pedro oyó el motor del coche. No empezó a correr hasta que lo vio alejarse por el camino.


–¡No te vayas! –gritó mientras corría.


Pero ella no se detuvo y aceleró un poco. Él siguió corriendo. Corrió hasta que vió que era imposible alcanzarla y después corrió un poco más.


–¡Te quiero! –le gritó cuando ya no le quedaba aliento.



Cuando se alejó lo suficiente, Paula se paró y rompió a llorar. Había sido durísimo no darse la vuelta al verlo correr tras ella. Pero tenía que ser fiel a su decisión. Prefería morir antes que soportar otra relación como su matrimonio. Se calmó lo suficiente para seguir conduciendo y se dirigió hacia la carretera que la llevaría a Londres. Estaba ya cerca de Exeter cuando su móvil sonó. Era Pedro y no contestó. Llamó cinco minutos más tarde y siguió llamando. Después de siete llamadas, estacionó a un lado de la carretera para apagar el teléfono. Pero decidió llamarlo.


–Pedro.


–¿Paula? ¡Gracias a Dios! Llevo un montón de tiempo intentando localizarte. Es…


–Tienes que dejarlo ya, Pedro.


–No es eso. Es Valentina. Se ha escapado. La policía está a punto de llegar y me han dicho que piense en dónde puede estar. He intentado encontrarla por todas partes sin suerte, Paula. No se me ocurre ningún otro sitio. ¿Y a tí? Por favor, piensa en algo.


El pánico en su voz hizo que se le acelerara el pulso. A pesar de sus problemas, no iba a quedarse parada si Valentina estaba en peligro.


–¿Has llamado a los Allford? ¿Y a los otros amigos?


–He llamado a todo el mundo. He ido al pueblo para ver si había ido al muelle o al parque, pero no está en ninguna parte. Y nadie la ha visto.


–No se me ocurre ningún otro sitio, de verdad. No te preocupes, Pedro. La encontraremos. Tú quédate ahí por si ella vuelve…


–Eso es lo que me ha dicho la policía que haga, pero me siento tan impotente…


–Todo va a salir bien.


–¡No puedo perderla, Paula! –le dijo con la voz entrecortada–. No después de todo lo que ha pasado.


No le salían las palabras, tenía un nudo en la garganta.


–Quédate donde estás, vuelvo a casa.


Cuando llegó a la casa, le pareció que estaban dadas todas las luces. Salió del coche y corrió a la puerta, que estaba entreabierta.


–¿Pedro? ¿Valentina?


Nadie contestó. No sabía por qué no estaba allí. Se le heló la sangre al pensar en las posibilidades de lo que podía haber ocurrido. A lo mejor la policía la había encontrado… Siguió buscándolo por la casa mientras pensaba que quizá sólo hubiera sido un truco para conseguir que volviera. Pero no podía ser, era demasiado cruel. Estaba a punto de subir las escaleras cuando lo vió afuera, en el muelle.


–¡Pedro!


Él se giró y Paula vió su expresión de terror. Se avergonzó de haber pensado que podía estar mintiendo.


–¿Qué pasa, Pedro?


Parecía perdido, en otro mundo.


–La barca…


Ella bajó la vista y vió que la barca había desaparecido.

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