miércoles, 5 de abril de 2023

Una Esperanza: Capítulo 66

Paula soltó el bolso de golpe y se llevó la mano al pecho. Tenía taquicardia.


–¡Pedro! ¡Me has dado un susto de muerte! ¿Qué haces aquí en la oscuridad?


–Te estaba esperando.


–¡Ah!


Paula se sentó en el reposabrazos de uno de los sillones. Se quedaron a oscuras.


–Tengo noticias.


Ella pensó que iba a despedirla. Como niñera y como novia.


–Vale.


–Me ha llamado la policía esta tarde. Han detenido al asesino de Ivana.


Abrió la boca y se quedó sin palabras.


–Por eso llegaste tan tarde a casa y…


Pedro asintió.


Se sentía fatal por todo lo que le había dicho.


–Lo siento.


–No fue culpa tuya. No te disculpes.


Se le encogió el corazón. Luke parecía distante y demasiado tranquilo.


–¿Cómo te sientes?


–Sobreviviré –repuso riendo con amargura.


–Pedro, siento mucho lo que te dije estar tarde y…


–No dijiste nada que no fuera verdad.


Ella se puso de pie.


–¡No! Estaba enfadada, pero no contigo. No sé cómo explicarlo… Ni siquiera lo entiendo yo.


–Ya te he dicho que sobreviviré –repuso él yendo hacia la puerta.


–¡No, espera, Pedro!


Pero no tenía nada que decirle. Sólo sabía que no quería que saliera así. Él se dió cuenta y la besó en la mejilla. Sus labios estaban fríos y ausentes de vida. Paula se estremeció.


Era extraño cómo una disculpa podía a veces conseguir enfriar las cosas en vez de mejorarlas. Pero eso era lo que había pasado. Se trataban con corrección y se sonreían, pero su relación se estaba ahogando sin remedio. Lo intentaban. Solían ver la televisión juntos y se despedían con un beso, pero todo parecía una actuación. A Paula dejó de apetecerle arreglarse para él, pero siguió haciéndolo de todas formas. Se moría por volver a vestir cómodamente y dejar de alisarse el pelo. Pero sentía que Pedro la observaba con cuidado a todas horas, como si estuviera esperando una señal. Dejó de intentar parecerse a Ivana, sabía que nunca lo iba a conseguir. Cuando llegó a casa esa tarde, buscó su móvil y marcó el teléfono de la agencia Bright Sparks. Pedro supo que era Paula la que estaba al otro lado de la puerta del despacho. La conocía por la manera de andar.


–Pasa.


Cuando entró, le señaló la otra silla para que se sentara. Parecía que estaba en la consulta y ella era sólo una paciente. El ambiente era gélido. Sólo le dio un poco de esperanza ver la ropa que llevaba. Paula se había puesto unos vaqueros gastados, una camiseta y estaba descalza. El corazón le dió un vuelco. A lo mejor había terminado ya el juego.


–Pedro, tenemos que hablar.


–Lo sé.


Sabía que deberían haber hablado antes. Mucho antes.


–Me voy.


Él cerró los ojos unos segundos y los abrió de nuevo.


–¿Cuándo?


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