lunes, 3 de abril de 2023

Una Esperanza: Capítulo 64

 –¿Dónde demonios has estado durante las dos últimas horas?


–En la clínica. Tenía que…


–¿Sabes qué, Pedro? ¡No me importa!


–Pero es que…


–¿Ni me ves ni me escuchas? Te he dicho que no me importa.


Pedro se levantó y fue hacia ella, pero Paula lo detuvo levantando la mano.


–Voy a salir.


–Pero…


–Es mi noche libre. ¿Recuerdas el concepto? Soy tu empleada, no una esclava.


–Sí, claro…


–¡Muy bien! Entonces me voy –repuso girándose.


–Pero Valentina…


–Está viendo la televisión. Ya ha cenado y hecho los deberes. Adiós.


Fue tras ella hasta el vestíbulo.


–¡Paula! ¿Adónde vas? Creo que tenemos que hablar.


Ella se detuvo y rió.


–Creo que ahora mismo no estoy preparada para hablar.


–¡Espera! –exclamó él tomándola por la cintura.


–¡No me toques!


–Vale, pero sólo quería… –repuso él respirando su aroma–. ¿Qué es lo que te has echado?


–¡A tí qué te importa!


–Me importa que mi chica salga sola de noche oliendo a…


No sabía a qué. Era un aroma agradable, pero le recordaba a Ivana y a sus infidelidades.


–¿Mi chica? Por Dios, Pedro, hablas como un troglodita. No pertenezco a nadie.


–Pero…


–Pero nada. Voy a salir y no tiene nada que ver contigo.


–¡Claro que sí! –respondió él colocándose entre Paula y la puerta–. Dijiste que íbamos a pasar la noche juntos.


–He cambiado de opinión. Necesito tomarme la noche libre.


–¿Por qué? ¿Ya no te atrae la idea de tomar una copa de vino y disfrutar de esa película que querías ver?


Ella se acercó a Pedro.


–Necesito una noche sin que nadie me grite, una noche sin que me ignores metiéndote en tu despacho, una noche sin hacer gratis de niñera y criada…


–¡Sabes que no te pido que hagas más de lo que haces! Yo…


–Y sobre todo, ¡Necesito una noche sin tí!


Salió de la casa, fue hasta el coche y entró dando un portazo. Él se quedó mirándola desde el umbral de la puerta.


Fue al bar del hotel Royal Dart. Le pareció que estaría tranquilo. Se sentó cerca de la ventana y observó las barcas en el río. Había sido una mala elección. El bar estaba atiborrado y lleno de humo. No sabía qué hacía allí. No estaba disfrutando y se sentía culpable. Sabía que Pedro no se había portado bien con ella esas semanas, pero ella no había sido justa con él al gritarle, no era la manera de solucionar las cosas. La perfección del principio había desaparecido y parecía que no eran tan compatibles como esperaba. El cuento de hadas no tenía un final feliz. Tampoco le sorprendía. No sabía qué hacer. Tendría que hablar con él tarde o temprano. Toda su vida, la gente la había menospreciado y tratado como si no tuviera cerebro, como si pudieran hacer con ella lo que quisieran. Tomó otro sorbo de su limonada. Lo que había hecho esa noche había sido liberador. Aunque se daba cuenta de que había estado gritando al hombre equivocado. Lamentó no habérselo dicho nunca a David. Pedro podía ser a veces difícil, pero no era justo compararlo con su ex marido.

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