lunes, 3 de abril de 2023

Una Esperanza: Capítulo 65

Tenía que volver y disculparse. En ese momento sonó su móvil.


–¿Mamá? –contestó sin entusiasmo mientras salía del hotel.


No habían hablado desde la fiesta de cumpleaños.


–Hola, Paula. Llamaba para ver cómo estabas. Y para disculparme.


Paula no podía creerse lo que oía.


–Gonzalo y yo estuvimos hablando el otro día. Él se enfadó mucho conmigo el día de la fiesta, ¿Sabes?


–No, hace mucho que no hablo con él.


–Bueno… Tu hermano mayor estuvo riñéndome un poco…


–No sé qué decir, mamá. Bueno, gracias por disculparte.


–Nunca quise herir tus sentimientos, Paula.


–Lo sé, mamá.


–Sólo quiero lo mejor para tí. A veces parece que vagas sin dirección. No quería que echaras tu vida a perder cuando tienes tanto potencial.


–Ya soy mayor –respondió sorprendida–. Puedo tomar mis propias decisiones.


–Eso dijo tu hermano. Me recordó que tú no eres como yo, que quieres otras cosas de la vida.


–Es verdad, mamá. Gonzalo tiene razón.


–No siempre estoy de acuerdo con tus decisiones, cariño, pero intentaré respetarlas. Tendrás que recordarme que deje de meter las narices en todo…


Paula rió.


–Gracias, mamá. ¡Lo recordaré!


–Muy bien. No dejes que David arruine el resto de tu vida. Nunca deberías dejar que un hombre te diga cómo tienes que ser. A ese médico tan agradable con el que estabas en la fiesta parecías gustarle mucho.


–No sé. No estoy segura de…


–Bueno, no pierdas el tiempo, Paula. A tu edad…


–¡Mamá!


–Vale, vale. Lo retiro.


Sintió admiración por su madre. Sabía que le habría costado mucho hacer esa llamada.


–Te quiero, mamá.


Creo oír un sollozo.


–Y yo a tí, cariño.



Pedro la esperó en la oscuridad, intentando escuchar el sonido de su coche. Valentina se había acostado y toda la casa estaba en silencio. Sólo podía oír las palabras de Paula en su cabeza. Tenía razón. Era un troglodita y no se le daba bien entender a las mujeres. Era aburrido y controlador. De pronto se dió cuenta de que eran las acusaciones de Ivana durante el final de su matrimonio las que tenía en la cabeza. Se quejaba de que ya no era divertido. Y eso había sido verdad entonces e imaginaba que ahora era aún peor, después de haberse pasado tanto sufrimiento. Creía que Paula no necesitaba un hombre como él. Ya había sufridobastante durante su matrimonio. A lo mejor volvía a casarse, pero no sería con él. Llevaba semanas sintiendo que la estaba perdiendo. Creía que sólo era cuestión de tiempo. Algún día se iría de sus vidas. La echaría mucho de menos. No a la Paula de los últimos tiempos, siempre arreglada, sino a la cálida y cariñosa mujer a la que le gustaba pasear descalza por la playa. Con el pelo recogido en un descuidado moño y la cara sin maquillaje. No era la mujer que creía que era. Esa Paula estaba intentado ser tan superficial como su difunta esposa.

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