miércoles, 19 de abril de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 18

 —¿La compañía no ha hecho más pujas? —preguntó.


—Claro, pero nada de este calibre; además, no disponemos del tiempo. Si dejara todo el asunto polaco y me dedicara sólo a esto, tampoco podría —cerró los ojos y por un momento sucumbió al cansancio que llevaba semanas drenándolo de fuerza.


—Imagino que tiene algún material de Barrett —Paula ignoró su derrotismo.


—Sí, pero parece que no lo entiende —su voz mostró algo de exasperación—. No hay tiempo...


—Para que usted lo haga —cortó ella—. Claro que entiendo eso. Pero no es demasiado tarde para mí —le sonrió con ánimos—. Es verdad que en una ocasión trabajé para ellos. Creo que sé cómo presentarlo para que les guste. Realizaré un borrador. En cuanto él lo reciba, podrá decirle que los clientes polacos requieren un cien por ciento de atención. Infórmele de que se ha establecido la base para Barrett y que le encargue los últimos retoques a otra persona.


—¿Qué haga pasar su trabajo por mío? —la miró con ojos apagados—. No podría hacerlo.


—Sabe que su trabajo es bueno —se encogió de hombros—. La próxima vez se plantará ante Pedro en vez de dejar que le dé cosas que es imposible que lleve. De modo que a la larga saldrá beneficiada la empresa. ¿No es eso lo primordial?


—No lo sé... —frunció el ceño y tamborileó con los dedos sobre la mesa—. Sé que Alfonso dice que usted es brillante, pero...


—¿Dice qué? —inquirió Paula.


—¿Acaso lo he entendido mal? Me contó una historia sobre el informe Vendler Morris acerca de la moneda única... —cerró unos instantes los ojos y volvió a abrirlos con gesto agotado—. El típico fiasco Vendler Morris. No pararon de destinar gente a ello para sustituirla cada vez que un cliente importante pedía verlo... Todo era un caos, con crisis nerviosas entre las secretarias. Luego pusieron a una trabajadora eventual que resultó ser una especie de lingüista loca con buena cabeza para los números y, a diferencia de su propio personal, se entregó al proyecto tres meses seguidos...


Paula contuvo un escalofrío. La habían convencido para aceptar el encargo con la garantía de que sólo serían tres semanas. Se metió a ello con la idea de irse a Creta al final de ese período. Le habían dado uno de los documentos para que lo repasara, pero había visto problemas con los números y empezó a arreglar las cosas. Antes de saberlo, las tres semanas se hicieron cuatro, luego cinco, luego seis, y, no obstante, Vendler Morris y la agencia habían insistido en que si podía quedarse «Sólo una semana más» lo tendrían todo bajo control. No sabía que Pedro estuviera al corriente de ello, aunque unos años atrás había desarrollado un software para Vendler Morris... debió enterarse entonces. Carlin la observó con expresión escéptica.


—Bueno, no hablamos de tres meses... Sino de un par de días. 

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