lunes, 10 de abril de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 4

 —Pero, Pedro, querido —protestó Alejandra consternada—. Estoy segura de que a Paula no le caes mal... Todos te consideramos un miembro de la familia. Las personas no son siempre muy correctas con los miembros de la familia, ya lo sabes... Yo solía tener discusiones acaloradas con mi hermano, que podía resultar exasperante, pero eso no significaba que no nos quisiéramos.


Un leve gesto de impaciencia hizo que él arrugara las cejas ante la intervención, pero desapareció al instante.


—Bueno, parece que yo puedo resultar exasperante —reconoció con una sonrisa que le dio calidez a su rostro y que sólo iba dirigida a Alejandra—. Aunque espero que recordaras el cariño después de las peleas, así que no avergoncemos a Paula pidiéndole que se muestre de acuerdo con lo demás en medio de la... ¿Diríamos discusión? En cualquier caso, preferiría que lo hiciera por algo que le compensara. Sé que no le gustan los compromisos a largo plazo. Si acepta éste, podrá terminar con algo que le permita hacer lo que desee.


Paula se dió cuenta de que medía sus palabras, tratando de minimizar la animosidad que sabía que angustiaría a su madre. Sabía que Pedro no había querido sacar el tema en su casa. Había tratado de arreglar una cita en la ciudad, y le había contestado que estaba demasiado ocupada. El resultado fue que no pudo intimidarla para convencerla de que hiciera lo que él quería. Pero había que reconocer a su favor que se esforzaba por no herir a su madre... Lo cual no significaba que no la hubiera coaccionado desvergonzadamente si se hubieran encontrado en terreno neutral. Un haz del sol de la tarde atravesó la ventana. Lo había visto desde ese ángulo tantas veces. El asiento de la ventana había sido su refugio favorito; durante toda su infancia había ido allí a leer con voracidad. Durante un año se sentó en él cada noche mientras Pedro miraba la televisión y hacía sus deberes... Las raras veces en que se tomaba semejante molestia. Había sido un estudiante brillante y perezoso, y en aquella época le había ido muy mal en el instituto, cumpliendo en lo que podía cada vez que ponían anuncios en la tele. Había sido brillante y trabajadora, pero le fue muy mal en el instituto porque se aburría con facilidad. Había odiado hacer algo dos veces, y como siempre se anticipaba en las lecturas a su clase, no se la podía molestar para que hiciera los deberes cuando la clase llegaba al tema. Le daba la lata a Pedro para que le hablara de lo que hacía, y a veces, si el programa era muy malo, él respondía a sus preguntas. En ocasiones le decía que se callara, y si ella insistía, le pasaba su libro con una sonrisa maliciosa... Pero a ella le encantaba leer sus libros, adoraba sostener algo que fuera suyo, le fascinaba entender un texto de nivel superior porque pensaba que eso lo impresionaría. 

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