viernes, 28 de abril de 2023

Inevitable Atracción: Capítulo 37

 —Me gustaría señalarte que si te vas antes de que termine tu año, renuncias al cinco por ciento de las acciones que tanto valorabas. No puedo afirmar que aceptar esas condiciones fuera el mejor trato que haya cerrado jamás, pero quizá quieras pensártelo dos veces antes de abandonar algo que puede llegar a valer varios millones delibras.


—No va a valer ni el papel en que están escritas si sigues echando a gente tan brillante —repuso con mordacidad—. Además, Santiago me gusta. Creo que será divertido trabajar con él. Sin duda será mejor que un año de tu estilo de dirección de personal. Por curiosidad, ¿de dónde te lo has sacado? ¿Encontraste un manuscrito desconocido de Atila o te lo inventaste tú?


—Paula —endureció la mandíbula—, no tienes el bagaje suficiente que te capacite a emitir juicios sobre decisiones empresariales. Sabía que era un error besarte.


—Sí —coincidió ella—. Resulta raro, ¿No? Antes de besarme siempre había estado de acuerdo con todo lo que decías. Es gracioso cómo un par de besos pueden volver a una chica tan presumida —él le lanzó una mirada de absoluto desagrado—. Al menos piénsalo —suplicó ella—. Sé que apenas hay tiempo, pero podemos completarlo, y quizá ésta sea una bendición inesperada. Barrett es una nuez dura de romper. No creo que el tipo de presentación que hiciste antes funcione con ellos, y Santiago habría desperdiciado un montón de tiempo en ella, sin llegar a mejorarla —lo miró fijamente, deseando convencerlo para que la escuchara—. Sólo piénsalo —insistió—. Aunque él hubiera podido encontrar milagrosamente una presentación, no habría estado mucho mejor si no hubiera sido el modo correcto de enfocarlo... Y aquí nadie lo habría sabido porque no conoces cómo trabaja Barrett. Bueno, aunque pensaras que a él le habría ido mejor, ¿qué sentido tiene perderlo cuando no ha agravado nada? Y tú mismo has dicho que era brillante. Dijiste que tenía ideas tan adelantadas a su tiempo que no habría mercado para ellas en los próximos veinte años. ¿De verdad crees que alguien igual va a aparecer de repente para ocupar su lugar?


—Veo que te gusta —indicó Pedro—. Quizá el trabajo no haya sido la única causa por la que no ha visto a su mujer y a su hijo.


La sugerencia resultaba tan absurda que Bárbara no pudo evitar reír. Santiago Carlin era brillante, y no era feo, pero ni siquiera era capaz de mirarlo cuando Pedro estaba en la habitación.


—No es mi tipo —repuso con una sonrisa involuntaria.


—Creí que no tenías un tipo específico.


—Y así es —Paula se contuvo—. Me gustan muchas clases distintas de hombres —mintió—, pero Santiago Carlin no forma parte de ninguna de ellas. Por otro lado —señaló—, no creía que eligieras a tus empleados en base a si yo podía acostarme con ellos.


—¿Por qué demonios pensé que querría trabajar contigo durante un año? —la mirada furiosa había dado paso a una diversión exasperada. 


Era la única de las 465 personas que trabajaban para él que ni durante dos segundos daba la impresión de sentirse intimidada ante él. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario