viernes, 9 de diciembre de 2016

Seducción: Capítulo 56

—Me dijiste que podía confiar en tí —Paula estaba que echaba humo—. Que no me dejarías, que...

—¿Algún problema, Paula?

Pedro volvió la cabeza sin soltarla. El contratista y dos de los obreros estaban cerca de ellos en la acera, mirándolos con recelo.

—No —soltó él.

—Sí —dijo ella.

—El único problema es que le estoy pidiendo cuentas de su pasado —dijo Pedro en voz baja—. Necesito que me dé algunas respuestas, así que se pueden marchar.

—¿Quieres que nos marchemos, Paula?

Ésta echó una mirada hostil a Pedro.

—Tal vez no. Aunque...

—Empecemos por ejemplo con éste edificio —dijo Pedro con brusquedad mientras miraba al maestro de obras—. ¿Qué diablos es éste edificio y qué tiene Paula que ver con todo esto?

—Estamos construyendo un colegio para niños con problemas —dijo el hombre—. Para niños de la calle. Paula y la señora Hayward lo están financiando.

Pedro miró a Paula.

—¿Eso es verdad?

—Sí. Rápidamente relacionó aquello con los adolescentes de Dinamarca.

—También has hecho cosas así en Europa, ¿No? Esos chicos que vimos en los Jardines del Tívoli... ¿Estaban en uno de tus centros?

 Ella asintió de nuevo.

—¿Y por qué no me lo dijiste? —añadió Pedro en tono dolido.

—No hablo de estas cosas. Ni a la prensa, ni a mis amigos y menos a mi familia.

—Ni a mí —dijo dolido.

—No te conocía lo suficientemente bien.

—Me conocías lo suficiente como para meterte en la cama conmigo.

—¡El mayor error que he cometido en mi vida!

—No te costó olvidarlo... Con Daniel, claro —se volvió hacia el contratista—. Me he enamorado de esta mujer, que es la mayor tontería que he...

—¡Tú no estás enamorado de mí! —exclamó Paula, a quien le daba vueltas la cabeza ya.

—Sí que lo estoy. Te seguí a Ardlaufen —añadió con disgusto—. Te ví con Daniel en la pista del club, abrazados como un par de animales en celo. Tú y yo hicimos el amor, Paula... Ese mismo día. O al menos yo hice el amor contigo. Hay otras maneras de llamar a lo que hiciste tú.

—¿Nos viste a Daniel y a mí en el club? —Felicidades. Por fin te vas enterando. —Jamás me he acostado con él —dijo ella muy enfadada ya—. Es un amigo, un buen amigo, y eso es todo.

—A mí no me pareció eso.

Volvió la cabeza hacia los hombres que seguían en la acera.

—¿Pedro, tenemos que hablar de todos estos detalles íntimos delante de la gente?

—Sí —dijo el contratista—. Es un hombretón, Paula, y está bastante enfadado. Seguiremos aquí por si acaso.

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