martes, 6 de diciembre de 2016

Seducción: Capítulo 49

Mientras él se quitaba la ropa miró a Paula, que se estaba quitando los pantalones y bajándose las medias. En un abrir y cerrar de ojos se quitó el suéter de cuello alto y la camiseta que llevaba debajo.

—Pau... —pronunció su nombre con voz ronca.

Había llegado el momento de abrir la jaula, pensaba ella; con el único hombre que tenía la llave.

—Te estoy ganando otra vez —dijo ella con una sonrisa picara en los labios.

Su ropa interior deportiva no era precisamente sexy, pero Pedro se dijo que jamás había visto nada tan bello en su vida como la mujer que estaba apoyada en la pared quitándose los calcetines. Pedro se quitó el suéter y la aplastó contra la pared, besándola hasta que le pareció que moriría de placer y deseo frustrado. Las manos de Paula exploraban con frenesí su torso desnudo. La erección de Pedro fue fiera e instantánea; y cuando ella se apretó con fuerza contra su cuerpo, pensó que el corazón se le saldría del pecho.

—He soñado con éste momento —susurró Paula sin apartarse ni un milímetro de él.

—Yo también.

Él la besó apasionadamente, mientras con una mano le acariciaba un pecho, erotizándolo a través de la suave tela del sujetador. Ella se retiró y con rapidez se sacó el sujetador por la cabeza y lo tiró al suelo; sus pechos, grandes y turgentes de pezones rosados, brillaban suavemente a la luz de la mañana. Pedro bajó la cabeza y trazó con la lengua la curva de su seno, metiéndose el pezón en la boca y succionándolo mientras ella pronunciaba su nombre entre gemidos, una y otra vez, arqueando el cuerpo con apasionado abandono. Todo ello sin dejar de apretar sus caderas contra las suyas. Él le quitó las braguitas.

—Te toca a tí —dijo ella mientras enganchaba la cinturilla de su slip. Momentos después su cuerpo desnudo estaba pegado al suyo, caliente y deseable.

Pedro se dió cuenta con vaguedad de que estaba perdiendo el control y que sólo sentía un deseo imperativo de penetrarla.

—La cama —murmuró en sus labios.

Ella le agarró la mano y se la llevó a su entrepierna, para que viera lo lista que estaba para él.

—Tócame —le susurró, perdiendo la poca timidez que le quedaba—. Oh, Pepe, te deseo. Te deseo —gimió.

Pedro se retiró un poco y comenzó a acariciarla. Ella gemía salvajemente y temblaba de arriba abajo, respirando con irregularidad, como un pajarillo asustado. Y continuó acariciándola, provocando en ella una respuesta apasionada que lo excitó más allá de lo que habría podido imaginar.

Sus gemidos eran cada vez más intensos; hasta que se derrumbó sobre él con un grito de satisfacción. Él la abrazó con fuerza y sintió los fuertes latidos de su corazón, a la par que los suyos. Pero cuando fue a levantarla en brazos, Paula le echó los brazos al cuello y le inclinó la cabeza hacia delante para que la besara de nuevo, con una expresión llena de asombro y confusión. Él no podía esperar más. Con firmeza y seguridad,  la penetró mientras observaba la expresión de deseo de su rostro. Ella estaba caliente, mojada y suave y  perdió enseguida el control. Como salida de un lugar remoto,  oyó su voz pronunciando su nombre y la de ella contestándole con urgencia, imperativamente. Su cuerpo latía de deseo y apretaba su miembro, enardeciendo la intensidad de su deseo, hasta hacerle estremecer con una necesidad tan colosal que se vació dentro de ella al poco rato. Apretaba la cara contra su hombro desnudo, abrazado a ella como si no quisiera dejarla ir jamás, deseando que aquel momento durara para siempre.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos! Concretaron! Ojalá Paula no de marcha atrás!

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