martes, 6 de diciembre de 2016

Seducción: Capítulo 46

Pedro no sabía si a Paula le había afectado más la frialdad de su madre o la infidelidad de Bernardo. El feliz matrimonio de sus padres parecía en ese momento muy lejano. Cuando salió del coche sintió por primera vez en su vida una clara sensación de pesar por las exigencias de su empresa. No quería volar a Oslo. Quería quedarse con ella. Era así de sencillo y así de complicado. Diez minutos después, cuando ya estaba listo para pasar por la aduana, Pedro la abrazó.

—Cuídate, ¿Quieres? Dentro de un par de días estaremos en contacto.

Ella sonreía con gesto tenso, pero la sonrisa no le iluminó la mirada. Pedro, aguijoneado por una enorme inquietud, le habló sin rodeos.

—Hace años, cuando eras demasiado pequeña para entender lo que te pasaba, Miguel y Alejandra te metieron en una jaula. Pero ahora ya sabes dónde está la llave.

—Tú eres la llave —dijo ella con hastío—. Eso es lo que quieres decir, ¿Verdad?

Pedro asintió.

—¿Algunos de los otros hombres han conocido a tus padres?

—Por supuesto que no.

—Debo marcharme ya, Pau.

Inclinó la cabeza y la besó con aquella mezcla de emociones que su mera presencia provocaba en él.

—Ese día en el jardín de Mariana fue como si algo dentro de mí te reconociera. Fue un deseo llamando a otro deseo, la fuerza de la naturaleza... —le susurró muy cerca de sus labios.

Los besos y las palabras de Pedro le llegaron al alma.

—Espero que puedas arreglarlo todo en Oslo.

El desafío no era el de Oslo, pensaba Pedro. El desafío era Paula, tan deseable y elusiva. La abrazó y la estrechó con fuerza contra su cuerpo, para soltarla con una desazón que lo sacudió por entero. Entonces se dió la vuelta y cruzó la aduana mientras se preguntaba si sería lo suficientemente hombre para enfrentarse a ese desafío.

Pedro llegó a la ciudad francesa de Chamonix después de medianoche. Al día siguiente muy temprano se estacionó junto a la base del telesilla, disfrutando de lo que debía de ser una de las vistas panorámicas más espectaculares de Europa mientras esperaba a que apareciera Paula.

Antonio le había comunicado que dos días antes Paula no le había sabido concretar si se quedaría en St. Moritz o en Chamonix. Y después de eso no se había molestado en ponerse en contacto con él. Pero tras media docena de llamadas,  había averiguado que ella llevaba dos noches hospedándose en un chalet en Chamonix. Podría haber ido hasta el pequeño chalet que ocupaba ; pero su contacto en Chamonix le había dicho que ella había salido a esquiar muy temprano las dos mañanas que llevaba allí, bien sola o bien con un monitor, así que por esa razón había decidido esperarla fuera. Iba a esquiar con ella, le gustara a ella o no. También eso formaba parte de su plan para conquistarla.

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