martes, 6 de diciembre de 2016

Seducción: Capítulo 47

Entonces la vió. Caminaba hacia él con un traje de esquiar amarillo, el cabello recogido, gafas de sol especiales y los palos de esquí al hombro. De pronto el corazón le latía como si acabara de correr varios kilómetros sin descansar. Un hombre con mono azul salió de un edificio donde se ofrecían instructores y guías, la llamó y le dió dos besos en la mejilla con una familiaridad que le encendió la sangre. Tras hablar durante varios minutos, el hombre volvió a meterse en la cabaña. Paula continuó caminando con una sonrisa en los labios. Pedro  le salió al paso.

—Buenos días, Paula.

 Ella se paró en seco. Entonces se quitó las gafas muy despacio.

—Pedro... —dijo sin más—. Tu asistente me dijo que no saldrías de Oslo hasta mañana.

—Conseguí cerrarlo todo anoche —respondió Pedro.

—Con éxito, espero —dijo ella, tratando de darse un poco de tiempo para calmarse.

—Sí, afortunadamente. ¿Pensabas contarme dónde estabas?

—Iba a decírtelo esta tarde.

Él arqueó una ceja con gesto burlón.

—De verdad —continuó ella—. Claro que ya no hace falta; me has encontrado tú solo.

¿Por qué se estaba comportando como una arpía cuando sólo de verlo sentía aquella alegría tan grande? ¿Pero por qué Pedro no hacía intención de besarla?

—¿Adonde vas hoy a esquiar? —le preguntó él.

—Fuera de pista —respondió ella—. No quiero estar donde está toda la gente.

—Ni yo tampoco.

 —¿Entonces vas a esquiar conmigo? —dijo con una voz áspera como los picos de las montañas.

—Ése es el plan.

—No pareces muy contento.

—Las apariencias engañan, Paula —respondió mientras le acariciaba la mejilla con un dedo—. No has dormido bien estos días. ¿Por qué?

Ella se apartó de él.

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