lunes, 26 de diciembre de 2016

Identidad Secreta: Capítulo 10

—Ojalá no hubieras venido a Yosemite. Por favor, no vuelvas —otro llanto resonó en la habitación y el delgado cuerpo de Olivia se estremeció.

—¿Sabes una cosa? —la sincera súplica de su hija y el dolor reflejado en la mirada de sus padres terminaron por convencerla.

—¿Qué? —Olivia levantó la vista.

—He decidido no aceptar el puesto. Nos mudamos a San Francisco.

—Pau… —su madre lloró de alegría.

—¿Quieres decir para vivir? —Olivia estudió a su madre con solemnidad.

—Sí.

Su padre la miró como si la viera por primera vez. Algo espantoso debía de haber sucedido para que tomara tal decisión. Por supuesto el accidente, casi mortal, podría ser el motivo.

—Ninguna otra cosa que pudieras decir… —el anciano lloró.

Era una decisión tomada por la felicidad de su familia. No volvería a mirar atrás. ¡Durante diez años Fernando no había intentado contactar con ella ni una sola vez! Recordó una noticia que había leído sobre un hombre que había fingido su propia muerte para escapar de su esposa. Veinte años después su mujer lo había visto. Estaba casado con otra persona y tenía otra familia. No concebía que alguien fuera capaz de algo así, pero Fernando lo había hecho. El verano en Afganistán diez años atrás no había sido más que un intermedio en su vida. Se había declarado y ella había aceptado. Aun así, jamás llegaron al altar. No obstante, había conseguido un hermoso bebé. Desde ese instante dedicaría su vida a la felicidad de Olivia  y conseguiría que sus padres se sintieran orgullosos de ella.

—¿En qué vas a trabajar?

—Aún no lo sé. A lo mejor vuelvo a la universidad y me hago maestra —algo que no tuviera que ver con la Arqueología ni con los recuerdos. Había dedicado demasiado tiempo a honrar a un hombre que había resultado no ser tan excepcional.

—Lo importante es que vamos a estar todos juntos, cariño —su padre abrazó a la niña.

—¿Puedo dormir con mamá esta noche? —Olivia miró a su abuelo.

—Se lo preguntaremos a la enfermera.

—Seguro que no habrá problema —Paula miró a su madre—. ¿Dónde se van  a alojar?

—Hay un hotel a la vuelta de la esquina.

—Parece que al fin han llegado todos —la sonriente enfermera entró con la bebida de Paula.

—¿Podrías disponer una cama para que mi hija se quede conmigo esta noche?

—Por supuesto. Me encargaré de ello.

—Gracias. Has sido maravillosa conmigo.

—Intentamos agradar. Apuesto a que a los demás les vendría bien algo de beber. ¿Qué dices? —Verónica se dirigió a Olivia que asintió—. ¿Qué te gusta más? ¿Sprite? ¿Cola? ¿Naranjada? ¿Zarzaparrilla?

—Zarzaparrilla.

—Para nosotros, cola —dijo la madre de Paula.

—Hecho —concluyó la enfermera antes de marcharse de nuevo.

 A Paula se le llenaron los ojos de lágrimas. Alrededor de su cama se agrupaban todos sus seres queridos. Aquella mañana había iniciado una nueva aventura, sin saber que antes de que finalizara el día su vida sufriría un espectacular vuelco. El accidente le había hecho ver con claridad sus prioridades. La reaparición de Fernando había reescrito la historia, cerrando la puerta al pasado. A partir de ese momento viviría para esas tres maravillosas personas y no pediría nada más.


—¡Ahí está el tío Pepe! Nico se separó de sus padres y corrió hacia el coche con su gracioso rostro resplandeciente de emoción.

Pedro tomó al pequeño en brazos y lo abrazó con fuerza y emoción contenida.

—¿Recibiste mi postal? Era de la torre de Londres.

—La recibí, y me encantó.

—Solían torturar a la gente ahí dentro.

—Eso me contaste.

—Te he traído un regalo, pero está en la maleta —el niño le dió un beso en la mejilla. —Me muero de ganas de verlo.

—Te va a encantar —los ojos del niño se iluminaron.

—Es verdad —le aseguró Matías.

Pedro saludó a su amigo, que tenía un aspecto estupendo. En cuanto a Romina, resplandecía como quien se sabe amado. Cuando abandonara el parque al día siguiente se llevaría esa imagen grabada en su mente y en el corazón. Abrazó a Romina con fuerza. Los iba a echar de menos.

—¿Qué tal tu padre?

—¡Estupendamente! —exclamó ella—. La operación fue un éxito. No tardarán en venir aquí.

—Eso es maravilloso —susurró él de forma automática.

 Desde el día anterior, cuando Leonardo le había dado el nombre del pasajero del helicóptero, su vida se había vuelto del revés. Sintió la aguda mirada de Matías. El jefe se había dado cuenta de que su segundo no estaba bien. Aunque jamás habían podido ocultarse nada, tenía que intentarlo.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos! Necesito saber ya porque Pedro-Fernando desapareció así!

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