miércoles, 7 de diciembre de 2016

Seducción: Capítulo 54

Pedro no estaba más cerca de una solución a su dilema cuando llegó a la casa de Mariana de San Francisco unos días después. Había borrado a Paula de su vida como si no hubiera existido nunca; y lo primero que había hecho tras salir de Ardlaufen había sido llamar a su asistente para pedirle que si ella se ponía en contacto con él debía decirle que estaba no disponible permanentemente.

Todavía no había sido capaz de asimilar lo equivocado que había sido su juicio sobre Paula desde el principio hasta el final. A veces se decía que ella era inocente, que todo había sido un malentendido y corría al teléfono, desesperado por llamarla, por dar con ella. Pero entonces la escena que había presenciado en el club de Ardlaufen volvía con fuerza a su memoria y sus esperanzas quedaban ahogadas en un amargo pesar. Detestaba aquel vaivén de emociones, con sus subidas y bajadas; y también odiaba las dudas que lo acosaban. Siempre se había enorgullecido de su capacidad para tener una mente preclara y un pensamiento racional. Pero ya no.

Salió del coche, subió las escaleras y llamó al timbre. Al momento, el mayordomo le abrió la puerta.

—Hola, Juan. ¿Está la señora Hayward en casa?

—Acompáñeme, señor.

 Pedro fue conducido al salón de visitas.

—Pepe—exclamó Mariana momentos después mientras iba hacia él para darle un abrazo.

—Hola, Mari —dijo Pedro con afecto mientras la besaba en la mejilla—. ¿Cómo estás?

—¿Has venido a ver a Paula?

Él se quedó helado.

—¿A Paula? —repitió con estupidez.

—En éste momento está en el solar, pero está hospedada aquí, en mi casa. Vendrá a las tres y media. Podrás tomar el té con nosotras.

 —¿Solar? ¿Qué solar?

—¿No sabías que estaba aquí? —le dijo ella con inquietud—. Ay, creo que he vuelto a meter la pata.

—No, no sabía que Paula estuviera aquí. He venido a verte a tí —dijo Pedro.

—Vaya —dijo Mariana con desasosiego—. Entonces he metido la pata.

—¿Qué está haciendo ella aquí? —preguntó en tono rabioso.

Mariana ladeó la cabeza y lo miró.

—Ahora que me fijo, tanto ella como tú parecen dos insomnes —anunció—. Paula cierra la boca cada vez que menciono tu nombre y está claro que tú no tienes ni idea de su paradero. Sin embargo, está más claro que el agua que estáis enamorados el uno del otro. Ojalá se dejaran de tantas tonterías.

—Ella no está ni remotamente enamorada de...

—¿Sabes dónde está Rosa Street?

—No. Ella no...

—Iré a por el plano. Quédate aquí —Mariana salió apresuradamente de la habitación.

Pedro salió detrás de ella, empeñado en no dejarse dominar por Mariana como si fuera un niño pequeño.

1 comentario:

  1. Muy buenos capítulos! Me da mucha pena Pedro, ojalá Paula no lo haga sufrir más!

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