miércoles, 7 de diciembre de 2016

Seducción: Capítulo 53

Pedro aspiró hondo y entró en el local. Rápidamente, sus ojos se acostumbraron a la penumbra. Demasiado rápido, porque enseguida vió a Paula. Daniel y ella estaban en la pista, bailando al ritmo de una sensual melodía de blues; él con los brazos rodeándole la cintura y ella, agarrada a su cuello y con la cabeza apoyada en su hombro. El tenía la cabeza agachada y los labios pegados a su cabello. Estaban totalmente absortos el uno en el otro. El cuchillo que lo apuñaló  fue más allá de los celos y le hizo sentir una agonía que no había experimentado jamás. Salió del club, vagamente consciente de que el guarda de la puerta lo miraba con sorpresa y se apoyó contra la pared de ladrillo del local. Aspiró con fuerza, abriendo mucho la boca, desesperado por aliviar la opresión que sentía en el pecho. Los edificios de enfrente parecían moverse y los arbustos se volvían borrosos. Lenta y dolorosamente una única idea tomó forma en su pensamiento: Paula no le había mentido en todo aquel tiempo. Era incapaz de ser fiel; iba de un hombre a otro, de una cama a otra. De él a Daniel en menos de doce horas.

Le costó un par de veces abrir la puerta de su coche. Se sentó y aspiró hondo, concentrándose en la respiración. Poco a poco el mundo volvió a su sitio. Paula era como su madre y la cura de toda dificultad era cambiar de hombre. La única diferencia era, como había dicho Alejandra, que no se molestaba en casarse con ellos. Lo había engañado de principio a fin. O tal vez él se había dejado engañar. Porque en los últimos diez minutos se había dado cuenta de algo muy importante: estaba enamorado de Paula. La amaba desesperadamente. Seguramente hacía semanas que la amaba, aunque hubiera ocultado sus sentimientos tras palabras como «deseo» o «sexo». Y no sólo no se había dado cuenta de lo que le había pasado, sino que se había enamorado de una mujer que había pasado de su cama a los brazos de otro en cuestión de horas. Al menos ella no sabía que él la amaba. Era su secreto. Agachó la cabeza sobre el volante mientras una punzada de dolor le atravesaba el corazón. Era su secreto y su carga. Finalmente se había enamorado, pero de una mujer que era incapaz de devolverle ese amor. Atraído por su belleza y su inteligencia, había cometido el error más grande de su vida. Y no tenía ni idea de cómo corregir ese error. ¿Cómo se desenamoraba uno?

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