sábado, 28 de febrero de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 55

Pasé saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta de golpe, él se dio la vuelta y me miró asustado, guardó silencio unos segundos, me dio una sonrisa fingida y siguió hablando.
– Tengo que irme hermanita – volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al interlocutor – aquí está Paula, yo le doy tus saludos, sí, ella también te manda saludar, un beso y mañana hablamos – agregó y finalmente colgó – buenos días cariño – dijo dándome un beso pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla – era Leah, está de vacaciones en Nueva Jersey.
No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, ¿desde cuando Facundo le llamaba princesa a su hermana?, por qué me sentí mal al escucharlo?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizá yo sola era la que me seguía haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era ¿qué sentía yo por Facundo?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.
Tomé su cara con mis manos y lo miré a los ojos, se veía nervioso, trataba de esquivar mi mirada y entonces lo besé dulcemente, él titubeo, pero al final puso sus manos en mi cintura y yo corrí las mías hacia su cuello, terminó por abrazarme completamente y el beso se intensifico un poco, yo bajé mis manos a su espalda y de pronto, se escuchó un fuerte carraspeo que nos hizo romper el beso, pero permanecimos abrazados.
– Lamento la interrupción – dijo Pedro visiblemente molesto, con el ceño fruncido, recargado en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.
– No te preocupes Pedro, lo dejaremos para después, ¿verdad amor? – respondió Facundo sin soltarme y me dió un corto beso en los labios.
– Pueden aprovechar más tarde cuando Jen y yo vayamos al supermercado – exclamó en tono sarcástico y pude notar como apretaba más los puños.
– Voy a preparar café – dije separándome de Facundo y pude sentir la mirada asesina de Pedro aún cuando estaba de espaldas.
– Facundo, ¿me puedes dar las llaves del Volvo?, por favor, ya que tú fuiste el que lo guardó en el garaje.
– Claro, voy por ellas, las dejé en la habitación.
En cuanto Facundo salió de la cocina, Pedro me sujetó fuertemente por el brazo y me hizo girarme para mirarlo.
– ¿Qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara? – recriminó furioso.
– Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo.
– Eres mía Paula, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese, vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
– Odio que me digan Paula y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.
– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides.
– No soy un objeto Pedro, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides tú.
Se escucharon los pasos fuertes de Facundo y entonces me solté. No supe de donde saqué fuerzas para decirle eso, lo que había entre Pedro y yo no era sólo sexo, al menos no de mi parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por los celos de Pedro, aunque no sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de hombre herido.
Facundo y Jennifer entraron a la cocina, ella abrazó de nuevo muy efusiva a Pedro y sentí un dolor en el pecho, después me saludó a mí muy entusiasta como siempre, yo le sonreí, pero la tensión se sentía en el aire.
Desayunamos ahí, casi en silencio, sólo Jennifer y Facundo hablaban de vez en cuando. En cuanto terminé, subí a mi habitación a cambiarme, me puse unos jeans y un suéter ligero. Facundo subió después y me abrazó por detrás, pero me separé argumentando que no estábamos solos y que no era nuestra casa. Él aceptó sin recriminaciones y empezó a cambiarse de ropa y yo bajé. Escuché las risas de Jennifer provenientes de la parte trasera de la casa, resoplé y caminé hacia allá, estaba jugando ping pong con Pedro, quien se puso serio al verme.
Minutos después llegó Facundo y entonces Jennifer propuso que jugáramos los cuatro. El juego empezó tranquilo, pero de repente, Pedro empezó a golpear la pelota demasiado fuerte mandándosela a Facundo que le respondía de la misma manera, Jennifer y yo nos quitamos al ver lo agresivo que se estaba poniendo el asunto. Pedro miraba con rabia a Facundo y se notaba que tenía todas las intenciones de golpearlo con la pelota y si no hubiera sido porque Facundo era muy hábil para regresársela, lo habría conseguido.
Jennifer me sugirió que entráramos a la casa y no muy convencída lo hice ya que ella prácticamente me arrastró al interior, pero yo estaba sumamente nerviosa por lo que pudiera pasar entre ellos si se quedaban solos. Ella encendió el televisor y empezó a cambiar de canal en canal hasta que encontró algo que le llamó la atención, era un partido de hockey sobre hielo y gritó emocionada porque su equipo favorito estaba jugando. Más tarde entraron Pedro y Facundo y éste también se entusiasmó porque era gran aficionado de ese deporte, así que se sentó al lado de Jennifer en el sillón.

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