jueves, 26 de febrero de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 48

Salió y yo me coloqué rápido mis bragas. Facundo me llamó de nuevo y le aseguré que ya bajaba. Fui al baño y me arreglé un poco el cabello,  y me puse un poco de perfume. Cuando subí al auto, Facundo me dio una mirada de reproche.
– Perdón, se atascó la impresora y no podía dejarla así, el servicio es muy caro.
– Está bien, ¿adónde quieres ir a cenar?
– No sé, ¿a tí que se te antoja?
– Comida china, ¿te apetece?
– Sí, vamos.
No hablamos mucho en el camino al restaurante, ni durante la cena, Facundo estaba mensajeándose con un cliente, según me dijo, aunque se le escapan unas sonrisitas que dudaba que un cliente se las provocara, quizá era lo que yo quería ver para no sentirme tan culpable por engañarlo, después de todo iba a cumplir su promesa de irnos de viaje solos los dos, sin trabajo de por medio, o, ¿lo estaría haciendo para acallar sus culpas también?
Fui al baño y me miré al espejo, pensé que tal vez debería dejar a Facundo, no se merecía lo que le estaba haciendo y ya una vez había intentado dejar a Pedro y no había funcionado, así que ahora me tocaba hacer la prueba con mi novio. Suspiré resignada, el viaje sería la última oportunidad para tratar de salvar mi relación con él. Me llevó a mi departamento y me dijo que nos veríamos hasta el jueves, que era cuando salíamos de viaje.
Los días siguientes tuve mucho trabajo, pero ya no podía ver mi oficina de la misma manera, por ratos me quedaba mirando la silla donde Pedro me había hecho suya y me había pedido que no lo dejara, la sonrisa estúpida aparecía en mi rostro sin remedio, como deseaba que sus palabras fueran ciertas, pero eran sólo eso, palabras que se las llevaba el viento porque no daba ninguna otra señal, si en realidad quisiera que yo estuviera en su vida mostraría algún interés, que sé yo, una llamada, un mensaje, pero nada, silencio total. Abrí el cajón y me topé con la invitación de Luciana, la saque y me puse a leerla, era color crema, de un papel finísimo y una letras preciosas.

Luciana Alfonso & Gastón Hale
En compañía de nuestros padres:
Ana & Horacio Alfonso
Elizabeth & Manuel Hale
Deseamos compartir con ustedes nuestro enlace matrimonial,
Que se llevará a cabo el sábado 13 de diciembre en MacArthur Causeway #395, Miami South Beach a
las 18 hrs.
La recepción será en el mismo sitio una vez concluida la ceremonia.
Agradecemos su asistencia.

Suspiré después de leerla, a pesar que el matrimonio no era mi gran ilusión, ya me había mentalizado que algún día daría ese paso con Facundo, aunque ahora no estaba tan segura de lograrlo, pero tampoco me lo imaginaba con Pedro, no se veía que fuera de ese tipo, dado que mejor se iba a casar su hermana menor que él. Moví la cabeza, pero, ¿qué estaba pensando? Es increíble lo vulnerables que somos las mujeres y como unas simples palabras nos hacen perder la perspectiva. “No me dejes”, recordé como si lo estuviera escuchando en ese preciso momento, con su voz distorsionada, suspiré de nuevo, dejé la invitación en el mismo lugar y seguí con mi trabajo.
 A las diez de la mañana en punto llegó Facundo por mí para irnos al aeropuerto, subió al departamento por mi maleta y una vez en la calle, el taxista la metió a la cajuela. Apenas habíamos subido al vehículo su celular sonó, él miró el identificador, pero no respondió la llamada y envió un mensaje.
– Perdón amor, parece que no todos en la oficina se enteraron que estoy de vacaciones – justificó mientras escribía.
– No te preocupes.
Llegamos al aeropuerto y se alejó un poco de mí para hablar por teléfono, ¿es que ni siquiera este fin de semana lo iban a dejar en paz? Empezaba a odiar su trabajo. Después de registrar las maletas me senté en la sala de espera mientras él seguía pegado al celular recargado en un muro. Más tarde tomó asiento a mi lado y me dio un beso en la frente y luego empezó a leer el periódico, fantásticas vacaciones iba a pasar, estaba a punto de regresarme a mi casa cuando anunciaron que subiéramos al avión.
Afortunadamente, en el último minuto había decidido llevar mi Ipod, así que cuando anunciaron que se podía prender aparatos me puse el mío, en tanto veía que Facundo ya tenía los ojos cerrados, claro él estaba sumamente acostumbrado a los aviones.
Finalmente llegamos a nuestro destino, al subir al taxi le entregó un papel con una dirección, yo bajé la ventanilla del auto para permitir que el aire acariciara mi cara. Minutos después llegamos a un muy bonito vecindario y el taxi se estacionó frente a una hermosa casa con techo de dos aguas. El taxista bajó las maletas y las puso justo en la puerta. Facundo le pagó y después me tomó del brazo para caminar juntos, sacó unas llaves del pantalón y abrió la puerta, tomó el par de maletas y las dejó en mitad de la sala. La casa era relativamente pequeña, pero muy espaciosa y con muebles rústicos de madera.

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