viernes, 6 de febrero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 57

—Entonces, ¿crees que se han confabulado ellos solos? —preguntó Pedro frunciendo el ceño.
Paula  bajó la mirada y se mordió los labios.
—No lo sé, aunque es posible.  Gonzalo estaba muy preocupado por mí…
—¿Preocupado? ¿Por qué?
Paula  alzó el rostro para mirarle y volvió a bajar los ojos antes de contestar:
—Creo que Gonzalo pensaba que yo estaba deprimida.
—¿Y lo estabas? —preguntó él suavizando la voz.
—Un poco —confesó ella—. Bueno, bastante…
Pedro lanzó un suspiro y se pasó una mano por el cabello. Luego, la miró fijamente a los ojos y dijo:
—Me parece que no eres tan caprichosa y tan rebelde como aparentas. Es una imagen que das con el fin de ocultar tu vulnerabilidad.
Paula se mordió los labios y guardó silencio.
—Quedan tres semanas para que los chicos terminen los exámenes —dijo él—. Tú aún tienes que terminar el proyecto de fin de carrera, que debe de ser bastante difícil. Lo que propongo es que pasemos estas tres semanas haciendo lo que deberíamos haber hecho al casarnos: aprender a convivir.
—¿Y cómo vamos a hacerlo? —preguntó ella.
—Ven aquí y te lo demostraré —los ojos negros de Pedro la atraían como un imán.
Paula se acercó a él y el corazón empezó a latirle con fuerza en el momento en que se encontró en los brazos de Pedro. Y tembló cuando los labios de él rozaron los suyos.
Pedro buscó entrada con la lengua y ella se la franqueó. Pedro le puso las manos en las nalgas, estrechándola contra su cuerpo, haciéndole sentir su erección, recordándole la pasión que había entre los dos.
Por fin, Pedro apartó la boca de la suya.
—Creo que deberíamos terminar esto en la cama, ¿te parece bien?
—Sí, me parece bien.
Pedro la miró fijamente a los ojos.
—¿Me sigues queriendo, Paula?
Ella sonrió con tristeza.
—Sí, aún te quiero.
—En ese caso, suspende tu encuentro con Pieres —dijo Pedro al tiempo que agarraba el bolso de ella y le daba el teléfono móvil—. Envíale un mensaje diciéndole que no vas a verle… nunca más.
Paula titubeó.
—Hazlo, Paula—le ordenó Pedro—. Si algún periodista se enterase de que aún te ves con tu amante, nuestra farsa saldría a la luz. Hazlo.
Paula tecleó el mensaje y lo envió.
—¿Satisfecho? —preguntó ella.
—No del todo —Pedro la alzó en sus brazos—. Pero la noche es joven aún.

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