domingo, 8 de febrero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 66

—He pasado años fingiendo ser alguien que no era, pero ya no puedo seguir fingiendo.
Paula frunció el ceño, intentando comprender algo que escapaba completamente a su entendimiento.
—Paula, estoy profundamente enamorado de una persona, enamorado como quería estarlo de tí, pero no podía. La persona de la que estoy enamorado es… es un hombre.
Paula abrió los ojos desmesuradamente.
—¿Estás diciendo que eres… que eres homosexual?
Facundo asintió.
—Lo sé desde que tenía catorce años. Aún no se lo he dicho a mis padres. Ya puedes imaginar lo que van a pensar. Por eso es por lo que voy a marcharme a Canadá. No soportaría decirles a mis padres, a la cara, que soy homosexual.
—Pero ¿entonces? —Paula se humedeció los labios—. ¿Qué pasó aquella noche? ¿Por qué te acostaste conmigo?
Facundo la miró con profunda agonía.
—No nos acostamos juntos, Paula.
Ella se quedó helada.
—¿Quieres decir que no hubo sexo entre los dos?
Las mejillas de Facundo se encendieron.
—No, no hubo nada entre los dos. Tú vomitaste y te manchaste toda la ropa y yo te llevé a la ducha y luego te llevé a mi cama; después, puse tu ropa en la lavadora. Como no tenía otro sitio donde acostarme, me acosté en la misma cama. Eso es todo.
—Pero tú dijiste que…
—Sé lo que dije. Cuando Pedro  apareció, estaba enfadado con él por haberte hecho sufrir con su supuesta infidelidad. Dos días después me enteré de que él no te había sido infiel, pero ya era demasiado tarde.
—Pero… pero… ¿Por qué no dijiste nada luego? —preguntó Paula—. ¿Por qué me has dejado creer todo este tiempo que me había acostado contigo?
—Me pareció que te hacía un favor —contestó Facundo—. Aquella noche, estabas muy disgustada. Me dijiste que odiabas a Pedro y que querías divorciarte de él. Al cabo de unos días, cuando tuve tiempo de pensarlo mejor, me di cuenta de que debías de haber dicho eso porque estabas muy enfadada en aquel momento; sin embargo, cuando los periódicos empezaron a escribir sobre el asunto, me resultó imposible retractarme de lo que había dicho que había ocurrido.
—¿Por qué no pudiste hacerlo? —preguntó ella sin comprender.
Facundo le lanzó una mirada agonizante.
—Paula, mi padre me había prometido darme dinero para montar mi negocio de diseño de muebles, era una oportunidad maravillosa para exportar mis diseños. Sabía que si mi padre se enteraba de que yo era homosexual, no me daría ni un céntimo. Los periódicos me hicieron un favor al decir que yo era tu amante.
—¿Y qué hay de lo que los periódicos me hicieron a mí?
Facundo tragó saliva.
—Lo sé, Paula. Pero sólo me di cuenta de ello al cabo de unos días. Al igual que tú, yo estaba convencido de que Pedro te había sido infiel.  Creía que te estaba ayudando a darle una lección.
Paula intentó asimilar lo que Facundo le había dicho.
—Así que yo no hice nada contigo… —dijo ella con voz distante—. Yo no le he sido infiel a Pedro, a pesar de llegar a odiarme a mí misma por creer que sí lo había sido.
—Por favor, Paula, perdóname —dijo Facundo—. Me he portado como un cobarde, pero todo va a cambiar a partir de ahora.  He hablado con mi novio, Mark y, una vez que celebremos la ceremonia en Canadá, se lo vamos a decir a mis padres. Mark también me ha ayudado a reconocer que tenía que aclarar las cosas contigo. Por eso se me ocurrió la idea de ponerme en contacto con Gonzalo y Bruno.
Paula abrió mucho los ojos.
—¿Fuiste tú?
—Sí. Me enteré de que habías estado mala y sospeché que sentías haberte separado de Pedro. No estaba seguro de que mi plan fuera a salir bien, pero los chicos me siguieron la corriente. Bruno estaba convencido de que funcionaría. Bruno estaba convencido de que Pedro te seguía queriendo.
—El problema es que Pedro no me creía —dijo Paula—. Ni siquiera cuando le dije que no recordaba nada de aquella noche.
—Ya, debió de ser por los calmantes que te dí —dijo Facundo—. Me di cuenta demasiado tarde de que no se podían tomar después de beber alcohol, con el alcohol producen un efecto anestésico. No bebiste casi nada, pero lo suficiente. Te dormiste y tardaste horas en despertarte.
—Y Pedro me vió en tu cama.
Facundo volvió a ruborizarse.
—Lo sé. Debería haberle dicho lo que había pasado, pero quería que creyera que te habías acostado conmigo. Quería que todo el mundo lo pensara con el fin de que nadie se fijara en mi relación con Mark.
Paula se estremeció.
—¿Cómo has podido hacerme esto, Facundo? ¿Cómo has podido quedarte sin hacer nada mientras veías que mi vida se derrumbaba?
—Lo sé, me he portado muy mal. Sé que te he hecho mucho daño… sólo espero que no sea demasiado tarde.

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