domingo, 22 de febrero de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 39

Siguieron llegando más invitados, incluido Martín que iba con su esposa, de inmediato me acerqué a saludarlos y él me felicitó por lo bien que el salón lucía y por toda la organización del evento, tuve que recordarle que lo había organizado en conjunto con Geraldine, pero él me sonrió y me dió unas palmaditas en el hombro. Me quedé platicando un buen rato con ellos y me bebí otra copa de champagne.

Después Luciana se acercó a Geraldine y a mí y nos saludo con un gran abrazo, de inmediato noté el hermoso anillo de oro, con un diamante al centro, que portaba en su dedo anular de la mano izquierda, debía ser de compromiso, sin duda.
– Muchas gracias chicas, todo está espectacular.
– No tienes nada que agradecer, es nuestro trabajo y lo hacemos con gusto – respondió Geraldine.
– Y los vestidos les quedaron perfectos, ustedes también van a pasar a modelar, ¿eh?
– No Luciana, de ninguna manera, te lo agradezco, pero no hay forma alguna de que yo me suba a esa plataforma – dije un tanto seria y con miedo.
– Pero si te ves hermosa Paula, aunque yo había pensado que te pusieras el vestido rojo, no es que se te vea mal a tí Geraldine, para nada, pero los elegí pensando en sus respectivas personalidades.
– Por eso yo traigo el rojo, Paula es muy tímida y quiere pasar desapercibida.
– Pues yo percibo en ella un lado muy sensual que debería explotar – aseguró guiñándome el ojo.
– Luciana, que cosas dices – exclamé muerta de la vergüenza, con la cara roja como tomate, si supiera cuanto había explotado esa parte con su hermano.

Entonces, ví que los fotógrafos corrían a la puerta y volteé motivada por la curiosidad y lo ví entrar, Pedro Alfonso en todo su esplendor, vistiendo un smoking y corbata negra de moño, con una camisa blanca, el cabello un poco más arreglado que de costumbre, pero sin perder su toque, era un monumento a la belleza masculina. Mi corazón empezó a latir a toda prisa mientras lo veía posar junto a Jennifer, quien lo tenía tomado por un brazo, no pensé que vendría con ella, pero claro, no podía llegar solo tampoco.

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