viernes, 6 de febrero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 60

Alejandra asintió con las mejillas enrojecidas visiblemente.
—Tuve una breve aventura con un viejo amigo… un pintor.
—¿Quieres decir que… que no soy hija de papá?
—Claro que eres su hija, Paula, de eso no hay ninguna duda —contestó Alejandra—. Debo confesar que, al principio, lo dudé, pero luego supe con certeza que eras hija suya. Tu padre estaba furioso conmigo, como puedes imaginar, pero se reconcilió conmigo y me ayudó durante el embarazo, que fue muy difícil. Siempre le estaré agradecida por lo que hizo.
—Pero papá no me quiere.
—Eso no es verdad —insistió Alejandra—. Ya sé que es un cabezota y siempre le ha costado expresar sus sentimientos, pero te quiere.
Alejandra frunció el ceño.
—Mamá, ¿por qué me estás contando esto ahora?
—Quería aclarar algunas cosas contigo —respondió Alejandra—. Sé que tú y yo hemos discutido mucho, y creo que es más bien culpa mía. He estado pensando mucho en ello últimamente y creo que es por eso por lo que he venido a hablar contigo. No quiero que cometas con Pedro el mismo error que yo cometí con tu padre. Pedro es un hombre fuerte, decidido y muy orgulloso.
—Sí, lo es.
—Eres feliz con él, ¿verdad, querida? —preguntó Alejandra—. He estado muy preocupada por tí.  No quiero que sufras.
—Oh, mamá… —Paula abrazó a su madre, pensando que ojalá pudiera decirle que ella también estaba embarazada y que no estaba segura de quién era el padre.
Alejandra comenzó a sollozar.
—He sido una mala madre, Paula. Y por mucho que lo intento, no sé cómo hacer mejor las cosas.
—No te preocupes, mamá —Paula le acarició la es¬palda a su madre—. Me alegro de que hayamos podido hablar.
Alejandra se secó los ojos con un pañuelo de celulosa.
—Bueno, me has dicho que querías decirme algo. ¿Qué es? —preguntó Alejandra.
Paula respiró profundamente y contestó:
—Estoy embarazada.
—¡Cariño! —Alejandra la abrazó otra vez—. No sabes cuánto me alegro por tí.  Es exactamente lo que tú y Pedro necesitaban. ¿Se lo has dicho ya?
—Sí, lo ha hecho —dijo Pedro  desde la puerta.
Paula  se volvió y le miró.
—No… no sabía que ibas a volver hoy.
—Ven aquí y dame un beso, querida —ordenó él—. Tu madre no se va a ofender, ¿verdad, señora Chaves?
—Claro que no. Y, por favor, deja de hablarme de usted. Me llamo Alejandra.
—Muy bien, Alejandra—dijo Pedro antes de darle un beso a Paula en los labios—. ¿Cómo te encuentras, cariño?
—Bien…
—Bueno, será mejor que me vaya —dijo Alejandra—. Miguel se va a preocupar si no voy enseguida, no sabía que venía.
—Te acompaño hasta el coche —dijo Paula.
—No es necesario —contestó su madre—. Quédate con Pedro.
Una vez que Alejandra se hubo marchado, Paula se apartó ligeramente de Pedro.
—Deberías haberme avisado de que venías hoy —dijo ella—. Le he dado la tarde libre a Marietta y sólo tenemos restos de comida para cenar.
—¿No deberías alimentarte bien? —preguntó él.
—Y tú, ¿no deberías alegrarte de que fuera desvaneciéndome poco a poco? ¿No te facilitaría eso las cosas?
—¿Por qué?
—De esa manera, te podrías deshacer de mí y del bebé. Es lo que quieres, ¿no?
—Pareces muy segura de ello.
—¿Has cambiado de idea? —preguntó Paula mirándole a los ojos.
Pedro le mantuvo la mirada.
—Mientras estaba de viaje de negocios, he pensado bastante… Estoy dispuesto a continuar contigo indefinidamente, por el niño.
—Entonces, ¿reconoces la posibilidad de que sea tuyo? —preguntó Paula.
—Preferiría saberlo con seguridad; sin embargo, éste es un momento difícil para tí y te ofrezco mi apoyo; sobre todo, teniendo en cuenta que Pieres se marcha del país dentro de una semana aproximadamente.
Paula  apretó los labios con enfado.
—No vas a perdonármelo nunca, ¿verdad?
—Lo siento, no debería haber dicho eso. Especialmente, ahora que sé con certeza que no te has visto con Pieres mientras yo estaba fuera.
Paula se lo quedó mirando con asombro.
—¿Cómo sabes que no le he visto?
—Porque he hecho que te siguieran mientras estaba en Sydney.
—¡Qué!
—Quería saber si cumplirías tu palabra.
Paula se enfureció.
—¡Cómo te atreves!
—Me atrevo porque quiero estar seguro de tí. Y continuaré vigilándote hasta que llegue el momento en que sienta que puedo confiar en tí.
—Lo siento, pero no voy a participar en semejante farsa —le dijo ella furiosa—. Una vez que pase esta semana y que los chicos hayan acabado los exámenes, me marcharé de aquí y no volveré jamás.
—Eres la mujer más exasperante que he conocido en mi vida —gruñó Pedro—. He vuelto decidido a solucionar nuestras diferencias y tú estás haciendo lo posible por estropearlo todo otra vez. Dices que me quieres; bueno, quizá, con el tiempo, recupere mi amor por tí.
—Pero no es seguro, ¿verdad?
—Nada es seguro en la vida, Paula. De todos modos, llevo siete días que en lo único que puedo pensar es en tí. No sabes cuánto te he echado de menos durante el tiempo que he estado fuera, Paula.
—Yo también te he echado de menos —dijo ella pegándose al pecho de Pedro—. Esperaba que vinieras a mi exposición, pero…
—Lo intenté, pero ocurrió un contratiempo y tuve que retrasar la vuelta. Siento no haber ido, pero envié a alguien en mi nombre, ¿no te lo dijo?
Paula  parpadeó.
—No, no lo sabía.
—Le encargué que comprara todos tus cuadros. Lo menos que podía haber hecho era decírtelo.
—Ah… así que fuiste tú…
—Claro que fui yo, querida. Al fin y al cabo, tengo que decorar muchas casas, ¿no? Pensé que sería una buena forma de darte a conocer como pintora.
—Ha sido un gesto muy generoso por tu parte, teniendo en cuenta lo que opinas de mí…
Pedro le alzó la barbilla con un dedo.
—Lo único que sé es que quiero tenerte en mis brazos. Con nadie me siento tan bien como contigo.
«Pero no me amas», pensó Paula al entregarse a su beso.

4 comentarios:

  1. Ay este Pedro, me saca por momentos! Se va a dar cuenta tarde y la va a tener que remar en gelatina!
    Sólo a lo último repunto un poco...

    ResponderEliminar
  2. Me dan ganas de golpear a Pedro... Se va a dar cuenta tarde de todo...

    ResponderEliminar
  3. Diooos no lo tolero más.. Necesito que Paula lo mande bien a la Mier**. POR FAVOR complaceme en un cap jaja

    ResponderEliminar
  4. Ayyyyyyyyy, x favor, este Pedro saca las peores intenciones mías. Lo abofetearía y lo único que realmente espero es que Paula se vengue, aunque sea un poquito y lo haga sufrir, que tome de su propia medicina.

    ResponderEliminar