miércoles, 11 de febrero de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 5

La alarma incesante de mi celular me despertó, abrí los ojos y por un instante me sorprendí al ver que no estaba en mi recámara, entonces recordé lo que había sucedido la noche anterior y no pude evitar reírme como una niña después de haber hecho una gran travesura. Me levanté y no había ningún rastro de él, ni siquiera una nota “regla número 3: no lazos afectivos”, recordé que lo había dicho muy claramente, así que recogí mi ropa, me vestí y salí de la habitación, esperaba poder llegar a tiempo a la oficina. Al dar un paso fuera del hotel sentí el aire fresco de la mañana pero extrañamente lo sentí diferente esta vez, hasta cerré los ojos por unos segundos para disfrutarlo, algo había cambiado en mí después de esa noche.
Eran las 9:30 cuando entre a la oficina, era la primera vez que llegaba tarde en el año que tenía trabajando ahí, de inmediato ví el enorme arreglo floral que estaba sobre mi escritorio y que dejaba muy por debajo el ramo de rosas que había recibido ayer, sentí que el corazón se me aceleraba al pensar de quien podría ser. En cuanto Geraldine me vió entrar, me siguió corriendo y cerró la puerta tras de sí mientras yo tomaba la nota que tenía el arreglo.
“Mi amor, en verdad perdóname por no haber podido estar contigo ayer, pero te prometo que festejaremos tu cumpleaños, aún no sé exactamente cuándo pero considéralo un hecho. Con todo mi amor, Facundo.”
Claro, ¿quién más podría enviarme flores que no fuera mi novio?, no sé cómo pude pensar por unos instantes que había sido el desconocido de anoche “no nombres, nada que pueda dar un indicio de quienes somos en realidad”, recordé las reglas y tenía que recordarlas a menudo si quería que eso siguiera funcionando, pero, ¿qué estaba pensando?, ¿acaso iba a volver a llamarlo?, sonreí y sacudí la cabeza tratando de disipar esas ideas que me rondaban.

– A ver amiga, cuéntamelo todo, con lujo de detalles, sabes que soy una morbosa – exclamó Geraldine ansiosa oliendo las flores.
– ¿Qué quieres que te cuente? – pregunté rodeando el escritorio para sentarme en la silla frente a ella.
– ¡Dios!, ¿y todavía lo preguntas?, llegas media hora tarde, te llega este hermosísimo arreglo floral y además traes un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara que jamás te había visto, la celebración de tu cumpleaños debió ser memorable,  Facundo debió lucirse y recompensarte en grande, así que quiero los detalles ahora mismo – dijo más emocionada y se sentó recargando su cabeza en ambas manos mirándome.

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