viernes, 29 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 61

 —Fuiste a Australia e hiciste de tu vida un éxito —Pedro carraspeó—. Pero nunca trataste de ponerte en contacto conmigo.


Saber aquello dolía. Apretó su hombro contra el de Paula, ya que sabía que ella había pasado por lo mismo cuando sus padres las habían abandonado.


—Escribí a los padres de Adrián, lo cuales me dijeron que eras feliz y que estaban encantados contigo. Me dijeron que te querían y que con ellos estabas muy seguro —explicó María, suplicándole a su hijo con los ojos que la perdonara—. No quise amenazar tu felicidad. Después, cuando te convertiste en un hombre, sentí… Que no tenía ningún derecho a aparecer en tu vida.


María esbozó una pequeña y triste sonrisa.


—Cuando escuché los mensajes que me habías dejado en el contestador automático, apenas podía comprender qué estaba ocurriendo, pero tenía miedo de verte, tenía miedo de que ya supieras lo que yo había hecho y de que me odiaras. Tenía miedo de que lo único que quisieras fuera decirme todo eso. Pero tú no fuiste feliz con ellos, ¿No es verdad? Lo siento tanto.


María comenzó a llorar, y Pedro no pudo soportarlo más. Abrazó a su tía, a su madre, y mientras lo hacía se dió cuenta de que Paula también se acercó a hacer lo mismo.


—No llores, zia, mamma. No estoy enfadado —Pedro tragó saliva con fuerza y la abrazó aún más estrechamente—. No estoy enfadado. Lo comprendo. Yo he… Yo también he hecho cosas. Algún día te lo contaré. 


Decidió no hacerlo en ese momento, ya que María ya había tenido suficiente. Parecía que Paula también se había dado cuenta, porque acarició el brazo de María.


—Estás agotada. Creo que sería buena idea si ahora descansaras.


Pedro estuvo de acuerdo. Quería que Paula lo abrazara, en privado. Quería respirar su aroma y dar rienda suelta a los acalorados sentimientos que lo tenían agarrotado por dentro. Tenía una madre. Era maravilloso, extraño e increíble. Pero era estupendo e iba a asegurarse de que aquello funcionara. Dejó de abrazar a María, pero no soltó su mano.


—Todavía puedo seguir siendo tu hijo durante mucho tiempo, si tú deseas tener esa relación conmigo.


—Sí, sí —dijo María, comenzando a llorar dé nuevo.


Pedro volvió a abrazarla y lo hizo durante largo rato.


—Vete a la cama —le dijo a su madre cuando por fin la soltó—. Prométeme que vas a descansar y que no te vas a preocupar por nada. Lo que ha ocurrido esta noche es estupendo. Y el futuro también lo será. Nosotros haremos que así sea. 

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