miércoles, 6 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 23

Nadie sabía nada de aquel horrible episodio que hubo ocurrido en la habitación del gerente del espectáculo, pero estaba claro que Pedro lo sabía y que había sacado sus propias conclusiones.


—Ví cómo saliste de su habitación aquella noche, ruborizada y despeinada. Era obvio lo que había ocurrido.


Pero lo que en realidad había ocurrido había sido una pelea para preservar su inocencia, y a Paula le indignó que él pudiese pensar una cosa tan horrible de ella.


—El gerente me llevó a su habitación diciéndome que había una fiesta. En otras circunstancias no hubiese ido, pero estaba disgustada y no quería estar sola. Pensé que todas las modelos estarían allí.


—¿Qué es lo que estás diciendo? —dijo Pedro, dudoso.


—Ya me has oído —dijo Paula, segura de no poder convencerle. En realidad no tenía que convencerle de nada.


—¿Entonces por qué tenías ese aspecto? —dijo él, palideciendo y percatándose de lo que había ocurrido—. ¿Trató de hacerte daño? Dio.


—Sí —respondió Paula, que odiaba hablar sobre ello—. Logré escapar, pero no sin tener que luchar.


Pedro parecía perdido, impresionado.


—Lo siento —murmuró—. Esto cambia todo lo que yo pensé de tí aquella noche.


—Creo que ahora que sé lo que has estado pensando de mí durante todo este tiempo, quizá te deba devolver el favor —se detuvo para respirar profundamente—. Me preguntaba si tu hija estaría marcada por tu abandono. Ahora sé la respuesta. Lo que has hecho es imperdonable. Si antes pensaba que tenía razones para que no me gustaras, ahora…


—Valentina es asunto mío —dijo Pedro, acercándose a ella—. Es asunto mío, Paula, no tuyo. Quizá me hayas impresionado con tu revelación, pero…


—¿Y cuánto tiempo te la vas a quedar antes de que te canses de ella y la dejes otra vez? Hay departamentos gubernamentales para asegurar la seguridad de los niños —no pudo evitar decir.


—Si fuera tú, lo dejaría ya —advirtió Pedro, enfurecido—. Lo dejaría ahora mismo.


—Tu hija se escapó porque la hiciste muy infeliz. ¿Lo niegas? —se atrevió a proseguir Paula. 


—Ahora está segura —dijo Pedro sin negar ninguna de las acusaciones hechas por ella.


Pero Paula quería que él se explicara y que de alguna manera tratara de arreglar aquello.


—Valentina es muy infeliz…


—Sí, y yo la hice sentirse así —reconoció Pedro, con la furia reflejada en sus oscuros ojos—. Pero tienes que saber una cosa; yo quiero a mi hija, no le volveré a hacer daño y aniquilaré a cualquier persona que intente quitármela. ¿Te ha quedado claro, Paula?


Confundida, enfadada y amenazada, Paula se dió la vuelta.


—Si lo dices en serio, tienes que hablar con tu hija para ayudarla a creer que no la vas a volver a abandonar.


—¿Y tú, Paula? ¿Tú qué creerás de mí? —preguntó él como si no le importase. Pero el brillo de sus ojos decía lo contrario.


—Si puedes querer a tu hija, me alegro. Sé que tengo que trabajar contigo hasta que venda suficientes vestidos para convencerte de que me dejes en paz. Pero aparte de eso no quiero pensar más en ti, no quiero tenerte en cuenta ni percatarme de que existes. 

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