miércoles, 13 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 31

 —Pedro.


—No me llames Pedro, llámame Pepe —dijo, mordisqueándole el lóbulo de la oreja y hundiendo su cabeza en el cuello de ella, respirando su aroma.


—Pepe —dijo entonces ella, sintiendo cómo los escalofríos le recorrían el cuerpo.


—Sí —dijo Pedro, volviendo a besarla en la boca.


Paula se perdió en aquel suave y sensual viaje. En Pedro.


—¿Dónde está tu llave? —le preguntó él al oído—. Quiero besarte en la intimidad.


El cuerpo de Paula respondió, accediendo instantáneamente, y le dió la llave de su habitación, pero decidió que debía ser ella quien abriera, y así lo hizo. Al entrar, Pedro la abrazó y besó sin darle la oportunidad siquiera de pensar.


—Tienes un sabor estupendo, mia Paula, mejor que el mejor vino — como para demostrarlo, Pedro acarició los labios de ella con su lengua.


Él también tenía un sabor estupendo, y ella abrió la boca, suspirando. Pedro la atrajo aún más contra su cuerpo y la besó más profundamente hasta que a ella se le aceleró el corazón debido al deseo de tenerlo.


—Deseo esto más de lo que nunca haya deseado vino.


—Entonces probémoslo juntos —dijo él, respondiendo a sus palabras tocándola y besándola apasionadamente, susurrando bonitas palabras mientras le acariciaba todo el cuerpo—. Tienes una cintura tan pequeña, puedo abrazarla con mis manos.


Se lo demostró, provocando que ella sintiera un escalofrío.


—Yo también quiero… Tocarte —dijo ella, quitándole la chaqueta, acariciándole el pecho y los hombros—. Nunca hicimos esto.


Nunca se habían tocado de una manera tan íntima.


—No. Pero yo quería —dijo él, besándola de nuevo apasionadamente.


De alguna manera la camisa de él cayó al suelo y Paula acarició los músculos de sus hombros, de sus brazos, su duro pecho…


—Confías en mí —dijo. 


Pensó que él debía haberse dado cuenta de que ella no había querido hacerle ningún daño a María y de que no era una avariciosa. Pero parecía que Pedro no había escuchado aquello. En vez de ello, había encontrado la escondida cremallera del vestido de ella… Quizá fue el aire frío que rozó la sensible piel de Paula lo que la hizo pensar. Pero pensar de verdad, por primera vez desde que él había comenzado a besarla. O quizá fue que Pedro no había respondido a sus palabras.


—Te deseo, Paula, quiero ver todo tu cuerpo, tocarlo…


Pero de repente Paula se apartó de él, recordándose a sí misma que no confiaba en él.


—Me deseas sexualmente, pero no crees en mí. Si lo hicieras, no estaríamos trabajando juntos para vender mis vestidos.


—Esto no tiene nada que ver con eso —dijo él, pero sin negar las acusaciones de Bella.


Pedro se acarició el pelo. Era demasiado guapo como para que ella tuviera paz.


—No estaba pensando… 

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