viernes, 8 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 27

Aquella promesa le llegó al corazón a Paula. No era justo que dijera aquello cuando había dejado sola a su hija durante tanto tiempo. Fue a excusarse de la cena, pero de reojo vió la expresión de vulnerabilidad que reflejaba la cara de Valentina.


—Iré con ustedes. Será agradable. Hace muchísimo que no como pizza.


Media hora después se sentaron en el jardín trasero de la pizzería. Parecían una familia de tres miembros. El propio dueño del restaurante se acercó a su mesa, les dió la bienvenida y les sugirió qué comer.


—¿Te gustaría comer pan de ajo y pizza, Valen? —le preguntó Pedro a su hija—. Si quieres, puedes comer otra cosa. Fettuccini, lasaña, sopa minestrone…


—Pizza, por favor. Il mió papa —dijo la pequeña, acercándose a su padre y susurrándole—. Sé que ésa me gustará.


—Entonces pizza —dijo Pedro, poniéndole una mano por encima del hombro a su hija.


Paula, que no hablaba italiano, supuso que el nombre de la pizza que había elegido Valentina significaba algo así como «Mi papá», e intuyó que le había llegado al corazón a Pedro.  Se preguntó si la pequeña habría comenzado a confiar en su padre y si éste se haría merecedor de esa confianza.


Pedro miró a Paula y se preguntó por qué la habría forzado a ir con ellos. No parecía que estuviera muy contenta, y podía adivinar que él era la razón. Pero a la izquierda de Paula tenía la respuesta; Valentina se había sentado a su lado a media velada y en aquel momento estaba dormida, apoyada en ella. Paula le estaba acariciando el pelo. Por su hija, él haría lo que fuera.


—Parece que a tu hermana le queda poco para dar a luz —dijo Pedro para distraerse de sus pensamientos.


—A Carla le queda poco más de un mes para salir de cuentas —dijo Paula, mirando hacia Valentina con culpabilidad.


—No se despertará —dijo Pedro.


Recordó que Grace dormía como su propio hermano, Adrián, muy profundamente.


—Seguro que el parto de tu hermana se desarrollará sin problemas.


Pedro recordó otro parto y la alegría que había sentido, pero a la que había seguido una gran infelicidad. Había tratado de ser un buen padre y marido, pero había fallado.


—¿Te alegra el embarazo de tu hermana?


—Es estupendo por Carla. Yo he estado tejiendo ropita de bebé durante meses —contestó ella, encogiéndose de hombros y con la indiferencia reflejada en la mirada.


Las palabras de Paula no fueron capaces de esconder la inquietud que quizá ella creía capaz de ocultar.


—Lo has hecho bien hoy en la tienda —dijo él, levantándose—. Y gracias por acompañarnos a cenar. A Valen le ha gustado mucho que estuvieras. Por favor, dales también las gracias a tus hermanas de mi parte.


—A ambas les ha divertido la oportunidad de arreglarse y de llevar tus joyas.


—Deberíamos marcharnos —dijo, tomando en brazos a su hija. Cuando llegaron a los coches, puso a la niña en el suyo.


De repente se sintió muy solo y quiso abrazar a Paula para así encontrar consuelo. Había cambiado su opinión sobre ella y no sabía qué iba a hacer con el sentimiento que le invadía. 

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