lunes, 25 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 53

Tras un momento, Paula se enderezó y lo siguió. No le importaba su situación en todo aquello, pero en interés de Pedro iba a hacerlo lo mejor que pudiera. Haría que él estuviese orgulloso. Y entonces todo habría acabado entre ellos. Tendría que dejar a sus hermanas de nuevo, pero se dió cuenta de que por primera vez no le preocupaba. Carla y Sofía se podrían cuidar la una a la otra si lo necesitaban y, teniendo a Iván tan pendiente de la salud de Carla, su hermana estaba en buenas manos. Darse cuenta de que ya no era la única persona que amaba y se preocupaba por sus hermanas le hizo sentirse extraña, pero Iván estaba allí para compartir esa tarea con ella. 


—No debes ni pensarlo —dijo María, alzando la voz—. No debes ir, Pedro. Y Paula tampoco debe ir. ¡Nadie debe ir!


Paula oyó el tono afligido de la voz de su jefa cuando entró en la tienda. Se acercó a ellos. Afortunadamente no había ningún cliente en la tienda en aquel momento.


—Supongo que Pedro te ha informado de la invitación que nos han hecho para asistir al desfile de la familia Alfonso en Milán —dijo Paula, que comenzó a pensar que sólo tenían un par de días para prepararlo todo.


Se preguntó si la familia de Pedro lo habría preparado de aquella manera a propósito, para que así él no tuviera tiempo de prepararse para el desfile.


—Es una oportunidad única para que mis vestidos se conozcan, María —dijo Paula, acercándose al lado de Pedro. ¡Después de todo se sentía bien al estar a su lado!


Pedro la miró con la admiración reflejada en los ojos.


—No tienes por qué ir, y mi Pedro, él no debería tener que enseñarles sus joyas. ¡No les debe nada! —dijo María, alterada.


—¡Oh, María! —exclamó Paula.


Su jefa había dejado claro con sus palabras que le tenía mucho afecto a Pedro, pero también un miedo que estaba directamente relacionado con su familia.


—Pedro y yo hemos decidido ir. Estoy segura de que todo irá bien — Paula miró entonces a los ojos de Pedro—. Es una oportunidad magnífica de introducir mis diseños en el mercado internacional. Si él lo desea, haré todo lo que pueda para tener mucho éxito en el desfile.


Y cuando finalizara, trataría de alejarse de él con dignidad. De alguna manera lo conseguiría.


La mirada de Pedro se dulcificó.


—¿Pedro? ¿Has insistido en hacer esto? —preguntó María, agitada. Le temblaban las manos—. ¿No puedo hacer que cambies de opinión?


—No voy a cambiar de idea, pero tú no tienes que preocuparte por ello —le tranquilizó Pedro, tomándole ambas manos—. Tú te quedarás aquí y cuidarás de todo mientras Paula y yo hacemos el viaje. Volveremos antes de que te des cuenta. No tendrás que… Acercarte a ellos.


Pero María no se relajó ni accedió. En vez de ello, agitó la cabeza. 

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