viernes, 8 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 29

Cuando el avión comenzó a despegar, Pedro puso su mano sobre la de ella, a quien le dió un vuelco el corazón. Sacó su mano de debajo de la de él, pero entonces sintió un vacío. Se sentó muy rígida, dispuesta a recordar a ambos el propósito de su viaje.


—Estamos aquí en viaje de negocios. Es todo por lo que estamos aquí.


—¿Es eso un intento de advertirme que no te desee, Paula? — preguntó él en un tono de voz calmado, en contraste con la expresión de sus ojos—. Porque últimamente siento que… Lo hago.


Paula levantó la cabeza y, aunque se sentía desprotegida, se negó a apartar la mirada de él.


—Si es necesario que te advierta, entonces sí, te estoy advirtiendo. Tú no confías en mí y yo tampoco confío en tí. Es mejor que nos centremos en los negocios y que esperemos poder sobrevivir.


—¿Y también te vas a advertir a tí misma de no desearme? —preguntó él, que sin esperar la respuesta de ella cambió de asunto—. Has hecho una buena elección con tus modelos. Están haciendo un magnífico trabajo para hacer publicidad de tus trajes.


Primero había dejado claro que sabía que ella se sentía atraída por él y había admitido que él también la deseaba, para después alabar su trabajo… Decidida a fingir no estar afectada por aquello, esbozó una sonrisa.


—Unas cuantas joyas Alfonso aquí y allá tampoco hacen daño.


Podía hablar de trabajo, es en lo que debía centrarse; acudían a un desfile para mostrar los vestidos de ella conjuntados con joyas de él. Pedro le preguntó si nunca había considerado contratar a una costurera y, al hacerlo, le analizó cálidamente la cara con la mirada. Pudo ver la reacción que ello causó en Paula, que respiró profundamente.


—En realidad acabo de contratar a alguien para que me ayude a coser; la amiga de una chica que trabaja en el diseño de los trajes de un teatro local.


—Bien. Es importante que no te encargues tú de todo.


—Pensé que quizá te irías a oponer al gasto que ello supone.


—Quiero que cooperes conmigo, pero no quiero que abarques demasiado.


Entonces ella, al ver reflejado en los ojos de Luc que parecía estar tan confundido por estar cerca de ella como ella misma, cambió de asunto. 


—Estoy preocupada por María. Tiene muchas ganas de ir a visitarlos a Valentina y a tí, no para de hablar del tiempo que va a pasar con ustedes. Pensaba que al llegarle más dinero se preocuparía menos, pero a veces parece que la ansiedad la supera.


—A mí también me gusta verla. Se porta muy bien con Valen.


Pedor, distraídamente, ajustó el botón de la ventilación que tenía sobre sí y, tras hacerlo, colocó su mano en el reposabrazos de la silla. Tenía el brazo tan cerca de ella que con sólo que ella se moviera levemente lo rozaría.


—Mediante mi gerente de negocios, he hecho todo lo que podía para asegurar que María se encuentre en una buena situación financiera —Pedro frunció el ceño—. Hasta que no se relaje conmigo personalmente, no sé qué otra cosa podría hacer. A veces parece que está muy a gusto, feliz, pero al rato parece otra vez tensa. En una ocasión le pregunté si quería contarme lo que le preocupaba. Casi se pone a llorar, y yo prometí no volver a preguntarlo.


—Yo también estuve a punto de preguntárselo, pero si ella no quiere confiarnos sus preocupaciones, tenemos que respetar su privacidad —Paula suspiró, deseando que el vuelo terminara pronto para, por lo menos, no tener que estar sentada prácticamente sobre Pedro.


Estaba tan cerca, era tan masculino, tan atractivo, tan apetecible…


—¿Me estás dando la razón, Paula? —Pedro acompañó la pregunta de una provocadora mirada—. Estoy impresionado. Me pregunto qué será lo siguiente.


—Lo siguiente es hacer que este desfile sea un éxito. 

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