viernes, 15 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 39

 —Debería habértelo contado antes, pero he estado bastante alterada Por… Otras cosas últimamente y encontraba difícil tratar el asunto.


—Gracias por decírmelo —dijo Paula, deseando poder ser tan sincera como lo estaba siendo María, deseando poder decirle que ya sabía todo aquello. Pero eso era labor de Pedro.


María regresó a la tienda para tomar su maleta, tras lo cual se subió a un taxi que la llevaría al aeropuerto para su siguiente viaje de negocios. Debía estar más relajada tras haberle confesado aquello a Paula, pero seguía estando muy tensa.


—Ten buen viaje —le deseó Paula, acercándose al taxi a tocar el brazo de su jefa—. Si hay algo más que pueda hacer por tí, o si quieres hablar…


—Son asuntos familiares, Paula, y lo que está hecho ya no se puede cambiar. Tengo suerte de tener ahora esta oportunidad… —María se contuvo de seguir hablando.


Paula reprimió un suspiro, frunció el ceño y se enderezó. Se preguntó a qué oportunidad se estaría refiriendo María. Quizá fuese a la oportunidad de tener a Pedro cerca de ella cuando ella había abandonado a su familia hacía tanto tiempo. Sí. Sería eso. Se planteó qué habría llevado a María a marcharse de Italia.


—¿Por qué te marchaste, María? ¿Por qué viniste a un lugar tan lejano hace tanto tiempo…?


Pero María cerró la puerta sin contestar; probablemente no la había oído. El taxi se alejó.


Las cosas no mejoraron exactamente por la tarde. Se tuvo que enfrentar a tres clientes difíciles. Dos de ellos habían tratado de devolver ropa que era obvio habían utilizado. Tras ello, Romina se puso mala del estómago, y Paula tuvo que mandarla a casa. Entonces, para rematar la tarde, una mujer que había encargado un vestido a medida telefoneó para decir que cancelaba el pedido, ya que había cambiado de opinión y quería que le devolvieran el depósito. No le devolverían el depósito, pero Paula tenía un vestido medio hecho que no sabía si iría a vender o no. Y aquella misma noche tenía que ver de nuevo a Pedro. Tenía que salir con él para atraer más compradores hasta que llegaran al punto en que él se apartara de su vida. Para obtener algo de control, había insistido en comprar las entradas para la función de teatro a la que iban a asistir. En aquel momento le parecía una tontería, pero había sido importante para ella. Tenía que telefonearlo  para decirle dónde y a qué hora se tenían que ver. Con sólo pensar que iba a escuchar su voz se le revolucionó el corazón. ¡Sólo con pensar en su voz!


—Hola, Diamantes Alfonso. Le habla Karen. ¿En qué puedo ayudarle?


—Ah, Karen. Hola —dijo Paula, preguntándose por qué habría respondido ella al teléfono privado de Pedro—. ¿Está por ahí Pedro? Soy Paula Chaves. Necesito hablar con él para quedar para ir al teatro esta noche.


Entonces se creó una pausa, una de ésas que hacen correr la imaginación. Paula hizo todo lo que pudo para frenar la suya. Tras un momento, Karen carraspeó y habló.

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