miércoles, 6 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 21

 —Me marcho, así que tu padre podrá subir muy rápido a leerte el cuento, Valentina.


—No tienes que marcharte. Puedes quedarte mientras me lee el cuento —dijo la pequeña, acercándose a Paula. Miró a su padre—. Paula te gusta mucho, ¿No es así, papá? Si te gusta, como la otra no quiso quedarse conmigo, quizá ella pueda ser mi nueva mamma.


Se creó un tenso silencio y Paula se preguntó si era eso lo que Pedro le había dicho a su hija; que su madre no la quería.


—¿Su madre la dejó? —preguntó a Pedro, mirándole acusadoramente.


Pero parecía que él no la había escuchado. Tenía toda su atención centrada en su hija.


—Yo quiero quedarme contigo, Valen —dijo, acercándose a su hija y tomándola en brazos. Le dio u beso en la cabeza—. Ya te he dicho que la niñera en Italia no debía haberte hablado de aquella manera de mamma. Y yo siempre te querré, para siempre.


—Sí, papá.


—Nos las podemos arreglar estupendamente sin una mamma —dijo en un tono muy dulce—. El año que viene vas a empezar el colegio y estarás muy ocupada.


Valetina asintió con la cabeza y se bajó de los brazos de su padre, acercándose de nuevo a Paula.


—No tienes que ser mi mamma. ¿Has comido algún merengue? Yo fui a comerme uno antes de bañarme.


—A veces como merengues, pero esta noche no lo hice. Creo que a mi hermana Carla le gustarían. Está embarazada y parece que siempre quiere comer cosas que tengan limón.


Pareció que Valentina pensó en aquello durante largo rato y después se dirigió a su padre, al que habló rápidamente en italiano. Pedro parecía contento, y Paula tuvo que admitir que no aparentaba ser un monstruo que no se preocupaba por su hija. 


—Lo haré, Valen —dijo Pedro—. Pero la próxima vez, si no estamos solos, pregúntame en inglés.


—Mi padre te va a dar merengues. Si no te los quieres comer tú, quizá le gusten a tu hermana.


—Volveré en un momento —dijo Pedro, dirigiéndose a la cocina.


—¡Qué amable de tu parte hacerme un regalo! —dijo Paula a la pequeña, forzándose a sonreír.


La niña asintió con la cabeza, pero en cuanto Pedro estuvo dentro de la cocina, no se contuvo.


—Mi niñera en Italia me dijo que mi mamma era muy guapa y que llevaba unos vestidos muy bonitos. Tú eres muy guapa y llevas vestidos bonitos.


—Querida… Lo siento —Paula quiso abrazar a la pequeña, pero se recordó a sí misma que no era una de sus hermanas y no estaba segura de querer pasar por tanto sufrimiento de nuevo.


—Mi mamma se marchó cuando yo era un bebé, y yo le pertenecí a mi padre tras ello. Pero él también se marchó —dijo Valentina con la boca temblorosa—. Me dejó con una niñera, y cuando me venía a visitar, creo que yo no le hacía feliz. Simplemente se está haciendo cargo de mí porque me escapé. Pero algún día él volverá a marcharse.


—Él… Él no lo hará. No te hará eso, Valen. ¿Cuántos años tenías cuando te escapaste?


—Creo que tenía cinco, pero ahora soy una niña mayor. Tengo seis años. 

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