viernes, 1 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 14

Se preguntó si besándola, si saboreando sus labios, haría que desapareciera el interés que tenía en ella.


—Vamos a bailar —dijo él cuando comenzó el baile—. Una mujer atractiva bailando con un bonito traje… ¿Qué puede llamar más la atención que eso? ¿Puedes vender tu nombre y tu mercancía de esta manera, Paula?


—Puedo hacer lo que tenga que hacer —dijo ella mientras comenzaba el vals.


Comenzaron a bailar, y sus cuerpos se movían en perfecta armonía. Parecía que ella pertenecía a sus brazos… Se les unieron otras parejas, pero Pedro sólo veía a Paula, y sintió que ella sólo lo veía a él. En ese momento, él supo que quería llevarla a la cama y pasar una noche de pasión con ella…


—Se ha acabado el baile. La velada ha terminado —dijo, tomándola de la mano y sacándola de la pista de baile. 


—¿Pedro? —dijo Paula, tratando de soltarse—. ¿Q… Qué estás haciendo? Podría bailar con otras personas, relacionarme con ellos…


—Esta noche no —dijo él sin soltarla—. Tú y yo tenemos negocios que resolver de una vez por todas.


Aquello incluso pareció racional, pero cuando se despidieron de los anfitriones y el hombre besó la mano de Paula, Pedro dió un paso adelante en señal de advertencia.


—Bueno, buenas noches y gracias por haber venido —dijo el anfitrión, echándose para atrás.


Pedro murmuró algo e indicó a Paula el camino, poniéndole una mano en la espalda. El frío aire de la noche no fue capaz de sofocar el deseo que lo quemaba por dentro.


—¿Pedro? No estoy segura de lo que estás pensando, pero me parece que no podemos seguir adelante con esto…


Cuando llegaron al coche, él la acorraló contra éste, sin tocarla pero muy, muy cerca.


—Me deseas. Puedo verlo en tus ojos.


—¿Qué te hace pensar eso? Yo no he dicho nada.


—Esto es lo que me hace pensarlo, Paula —dijo, besándola. 


Con aquel beso respondería a su pregunta y después apartaría su hambre por ella a un lado para siempre. Pero los labios de ella eran suaves y respondían. Tenían el sabor de algo que él no se había percatado que deseaba. Pero en aquel momento lo hacía. Paula emitió un grito ahogado por la impresión, y él aprovechó la ocasión para saborearla aún más. La tomó por los hombros, permitiendo que el beso se hiciera más profundo, que sus bocas se acariciaran. Se preguntó si sabía lo que estaba haciendo… Paula era suave, muy suave, donde quiera que él tocara, suavidad que contrastaba con la mujer fuerte que ella presentaba al mundo. Al darse cuenta de que la deseaba en un aspecto que iba más allá del puramente físico, se apartó de ella. Pero se dijo a sí mismo que sólo había sido un ataque imprevisto de deseo sexual. Ella se quedó mirándolo, con los ojos como platos. Parecía que también estaba aturdida. 

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