miércoles, 27 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 57

 —Tu hija tiene más confianza y está más despreocupada cada día — dijo, apartándose levemente—. Creo que no tiene ninguna duda de que su papa la quiere.


—Gracias por decir eso.


Sólo Paula y Pedro sabían cuánto significaban aquellas palabras.


—Ha sido una noche muy larga, así como lo han sido estos días pasados —dijo María, que parecía temblar por los sentimientos reprimidos que la embargaban—. Me alegro de que todo haya acabado. He estado tan preocupada…


—No tienes nada de lo que preocuparte —dijo Pedro.


El mismo también había estado muy preocupado por su hermano y por el efecto que todo aquello podría tener en María. Se acercó a su tía, le tomó una temblorosa mano entre las suyas y la abrazó.


—Sabes que me lo puedes contar, zia. Lo que ocurrió en el pasado. Haré lo que sea para que no sufras y no estés preocupada. Ahora tú eres mi familia y quiero que confíes en mí.


A María se le llenaron los ojos de lágrimas y apretó la mano de Pedro.


—Pedro, yo quería protegerte, pero debería haberme enfrentado a los hechos, debería haberte dicho lo que yo había hecho cuando te acercaste a mí en Melbourne. Simplemente tenía mucho miedo de que me rechazaras, de que te enfadaras conmigo, y por eso he estado dejándolo.


Según hablaba, a María le temblaba la boca. A Pedro se le formó un nudo en el estómago. Estaba muy confundido e inquieto.


—¿Qué quieres decir, zia?


A María le volvió a temblar la boca mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas…


—Quiero decir que soy… Que soy tu…


—Bueno, bueno, bueno. ¡Qué imagen más agradable!


Al reconocer aquella voz que denotaba enfado, Pedro se apartó de María y se acercó a su hermano.


—Adrián —dijo, tratando de proteger a su tía y a Paula. Frunció el ceño—. ¿Qué quieres? Estás borracho. 


—Ha sido pura casualidad que tus diseños hayan sido los más populares. Todavía eres el segundón, y siempre lo serás.


—Querrás decir que soy un segundón para tí —dijo Pedro, apretando las manos—. ¿No te has parado a pensar que a mí no me importa lo que tú pienses, o lo que piense nadie? Ya no me importan esas cosas. He seguido hacia delante.


—No te atrevas a llamar a Pedro «Segundón». Él es mucho mejor hombre de lo que tú nunca podrás llegar a ser —dijo Paula tras de Pedro, agarrando a éste con fuerza por el brazo.


—Deja en paz a Pedro —dijo María.


—Mejor todavía… —Pedro miró a su hermano y sintió desprecio y pena por él.


Se preguntó cómo habría sido capaz de negarse a reclamar a Valentina como hija suya.


—¿Por qué no te vas a casa, hermano?


Al ver que Adrián se negaba a moverse, Pedro se dirigió a María y a Paula.


—Suban arriba. Me reuniré con ustedes cuando termine con esto.


La expresión de la cara de Paula dejó claro que no quería dejarlo solo,pero agachó la cabeza y tomó a María del brazo.


—Vamos, María. 

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