viernes, 8 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte Capítulo 26

En un momento dado, Carla se acercó a ella para informarle de que Iván, Sofía y ella iban a marcharse. Volvió a abrazar a su hermana, tomándola del brazo.


—Sofi tiene una cita para arreglarle el pelo a nuestra casera. Si es algo radical, que Dios nos pille confesados. Pero si quieres, Iván y yo podemos quedarnos más tiempo. Es sólo que le dijimos a Sofi que la llevaríamos al departamento y a mí me duele un poco la espalda. 


—No, gracias. Estaré bien. Esto acabará muy pronto y entonces yo también me podré marchar —Paula abrazó a su hermana.


En ese momento se acercó Sofía, a quien también abrazó.


—Vete a casa y pon los pies en reposo, Carla. Me alegra que hayan participado en esto conmigo. Ha significado mucho para mí saber que estaban aquí para apoyarme.


Junto con sus hermanas, también se marcharon bastantes de los invitados. Vió a Pedro hablando con un grupo de hombres que ella sospechaba estaban haciendo encargos de joyas para sus esposas. Entonces vió a Valentina y a su niñera entrar en la tienda. La pequeña se quedó muy seria al ver a su padre. Dirigió su mirada hacia donde estaba Paula y se le iluminó la cara. Se acercó a ella.


—Pensé que tal vez llegáramos demasiado tarde para verte —dijo Valentina, mirando el vestido y las joyas de Paula—. Oh, ojalá me pareciera a tí —la pequeña suspiró.


Aquello provocó la sonrisa de Paula.


Los invitados se marcharon y Pedro cerró la puerta, ante lo que Paula se sintió atrapada.


—Permíteme que te devuelva las joyas y me marcho —dijo, acercándose a Pedro.


—Pensé que quizá podíamos celebrar el éxito de la velada saliendo a cenar —dijo Pedro, mirando a su hija—. ¿Qué te parece Papa's Piazza? — entonces miró a la niñera—. No sé si has estado allí. Es una pizzería con un jardín en la parte trasera. Nos podemos sentar en la terraza mientras Valentina juega en los columpios.


Paula comenzó a quitarse las joyas. Tenía que marcharse de allí… ¡En aquel mismo momento!


—¿Vendrá Paula con nosotros? —preguntó Valentina, tocando el vestido de ésta.


—Estoy segura de que tu padre no pretendió incluirme —dijo Paula.


—Has trabajado muy duro esta tarde para ayudar a vender no sólo tus vestidos, sino también mis joyas. Me gustaría darte las gracias con una cena, aunque sea muy simple. Y como a mi hija le agradaría tenerte allí…


—No me tienes que dar las gracias… 


—Es una idea encantadora, señor Pedro, pero me pregunto si me podrían perdonar —dijo Marisa—. Sé que hasta mañana no tengo tiempo libre, pero mi hermana está un poco enferma… Tiene una infección en el oído que no responde al tratamiento. Me gustaría acercarme a la ciudad a visitarla… Si le parece bien.


—Desde luego —concedió Pedro sin dudar.


—Si Marisa no viene, ¿Qué pasa conmigo? —preguntó Valentina, mirando preocupada a su padre y tomándolo de la mano como si supiera que allí encontraría confort.


—Si Marisa no viene, eso simplemente significa que será tu papa el que te cuide, lo mismo que ocurre cuando ella tiene días libres —dijo Pedro de manera calmada, dándole un tontorrón beso en la mano a su hija.


—Me portaré muy bien, papá —parecía que la pequeña estaba deseosa de complacerle.


—Incluso si fueras muy mala, Valen, te querría y desearía que estuvieses conmigo. 

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