lunes, 25 de diciembre de 2023

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 55

 —Valentina y su niñera vendrán con nosotros. No la voy a dejar aquí  mientras regreso al país en el que ella sufrió tanto. Quizá se preocupara de que fuera a apartarme de nuevo de ella.


—Me parece un sentimiento muy bonito, ¿Pero crees que es acertado llevarla y que esté cerca de tu familia? —preguntó Paula en un tono muy bajo—. ¿Y si tú hermano la ve?


—Iremos a Italia, pero regresaremos juntos a Australia… Para que sepa que me tiene y que nada cambiará eso… Será bueno para Valentina —dijo Pedro, que realmente creía en aquello—. Adrián no intentará ni siquiera mirarla. Por lo que a él respecta, yo me ocupo de la niña y adiós muy buenas. Así que no tengo miedo de la estabilidad emocional de Valen. Le advertiré a Marisa de que la mantenga apartada de la familia, pero no hay ninguna razón por la que se vayan a cruzar ambos caminos.


—Supongo que de todas maneras no la reconocerían. Ella simplemente será una niña con una niñera. ¿Por qué irían siquiera a mirarla? —dijo Paula, tocándole el brazo a Pedro—. Entiendo lo que quieres decir.


Él le tocó a su vez la mano y la miró a la cara, a los ojos. La mirada de ella brilló, reflejando un inesperado enfado.


—Me gustaría darle una patada a tu hermano en la rótula por su comportamiento.


Pedro sonrió; le agradó que a ella no le gustara Adrián, aún sin haberlo visto.


—Prepárate para el desfile, Paula —dijo, dándole un suave beso en los labios. No pudo resistir la tentación. 


El calor se apoderó de Pedro cuando ella apretó las manos y se acurrucó en él. Quizá fue un acto involuntario, pero lo hizo, y respondió en un nivel primario. Se dijo a sí mismo que no debía abrazarla, que no ¡debía suplicarle que se quedara allí bajo su abrazo ni debía tratar de que se quedara allí para siempre.


—Prepárate para el desfile —repitió él—. Si necesitas ayuda con algo, dímelo y te ayudaré.


—Éste es el último acto social —advirtió Paula—. Cuando termine… Tú y yo habremos acabado. 


—¡Lo conseguimos!—llevada por la emoción del momento y la euforia de haberlo logrado, Paula permitió que sus sentimientos se desbordaran—. Nuestros diseños han sido los más populares.


La presentación de los vestidos de Paula había terminado, y Pedro se dirigía a la apartada sala donde se iban a reunir con María, con Marisa y con Valentina. Habían estado trabajando duramente durante siete días, y aquella noche ponía el punto y final a todos los desfiles. Luc estaba contento. Pero la felicidad de Paula le hizo sentir una satisfacción y placer muy profundos. No estaba preparado para dejar de verla. Paula se acercó a él y lo agarró del brazo. Él la abrazó justo cuando aparecieron María, Marisa y Valentina. La nostalgia se apoderó de él. Deseaba a Paula. Quizá no supiera cómo lograr que ella se quedara con él, pero deseaba estar con ella y demostrarle cuánto significaba para él.


—Cuando nos hayamos despedido de los demás, saldremos por ahí los dos solos. Le demostraremos a Milán cómo podemos celebrar nuestro éxito.


A Paula le fascinaba aquella ciudad; los edificios históricos, los teatros, las catedrales…


—¿Te gustaría ver algo de la ciudad por la noche conmigo? Hace frío, pero nos podemos mantener calientes el uno al otro y después… —dudó si seguir hablando—. Después quiero llevarte a mi habitación y que hagamos el amor.


Paula dió un grito ahogado y, tras un momento, respiró profundamente. 


—Sí, sí —dijo, ruborizándose.


Pedor supo que ella había entendido su invitación y que la deseaba tanto como él. La miró a los ojos y vió deseo y confusión reflejados en ellos, así como emoción y… ¿Esperanza?


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