viernes, 18 de febrero de 2022

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 66

 –¿No te encuentras bien? –le preguntó.


–Oh, no. Estoy bien. Es que pensaba que hacer esto… –la voz le falló–. El Día de la Madre siempre es un día duro para mí.


–¿Por qué? ¿Porqué tu madre está lejos?


–Bah, es que estoy un poco tonta. Perdona. Creo que estoy desbordada.


–Todo está increíble. La subasta silenciosa está yendo de maravilla.


Paula sonrió, pero seguía pareciendo estar desconectada, ida. ¿Tendría que ver con lo que le había contado la noche anterior?


–Creo que el kayak pintado a mano va a ser la estrella de la noche.


–¡Seguro! No he dejado de pujar por él –confesó con un guiño.


Esperaba que se riera, pero no lo hizo.


–Ah –dijo, y pareció alegrarse un poco–. Ya ha llegado.


–¿Quién?


–No he podido encontrar un cómico en tan poco tiempo, pero sí algo que espero que a Mamá le guste todavía más: un imitador de Engelbert.


Esperaba que sonriera, pero no lo hizo. Más bien parecía a punto de llorar.


–Luego –dijo, y desapareció.


Después de la cena, hablaron algunos de los chicos que habían estado a cargo de Mamá. Mario Chillington, actor, Omar Boylston, tiburón de las finanzas, Javier Paterson, hijo de madre drogadicta a quien Mamá convenció de que tenía el mundo a su alcance… y llegó su turno.


–Hace mucho tiempo –comenzó–, en un mundo en el que la mayoría de los presentes en este salón no habían nacido aún, hubo una guerra terrible.


Y contó la historia de Mamá. Cuando terminó, la sala estaba tan en silencio como quedó el salón de su casa aquel día catorce años atrás.


–Mamá se ha pasado el resto de su vida intentando encontrar a aquel soldado –continuó, con la voz llena de ternura–. Y lo encontró, una y otra vez, en cada niño perdido que acogía en su casa. Lo encontró y lo salvó. Lo salvó antes de que el mal tuviese ocasión de hacerse con él. Yo soy uno de esos chicos –añadió, orgulloso–. Soy uno de esos chicos que se ha beneficiado de la firme creencia de Mamá en la redención, en las segundas oportunidades. Soy uno de esos chicos a quienes salvó el amor. A quien redimió. Y quien, por fin y gracias a ella, consiguió ser capaz de amar a su vez. Mamá –dijo, mirándola a ella–, te quiero.

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