lunes, 21 de febrero de 2022

Irresistible: Capítulo 3

Retiró la mano y agarró las carpetas otra vez, tratando de ignorar el cosquilleo que le había provocado el roce de su piel. «A pesar del color de su cabello y de su cálida sonrisa, lo llaman el Hombre de Hielo. No lo olvides», pensó ella. Eso no cambiaba el hecho de que él era la persona que podía hacer que el padre de Paula cambiara de opinión. Ella tendría que tener cuidado.


–Si han terminado de evaluarse –dijo el padre con brusquedad–, ¿Podemos sentarnos y comenzar la reunión?


Paula se sentó al lado de Pedro y percibió el calor que desprendía su cuerpo. «Mantén una actitud profesional», pensó, sin dejar de mirar a su padre.


–Pedro, quiero que Paula y tú trabajen en el proyecto de Newcastle Chaves. Quiero que lo tengan preparado para la gran inauguración que se celebrará dentro de ocho semanas.


Una sensación de triunfo se apoderó de Pedro. Encargarse del hotel más emblemático de Miguel era el primer paso para hacerse con el mando absoluto del incipiente negocio de Chaves Corporation en el sector turístico. Si el Newcastle Chaves triunfaba, se desarrollaría un plan de expansión que incluiría la creación de una cadena de hoteles de cinco estrellas en todas las ciudades principales de Australia. Después, entrarían en el mercado internacional... Nueva York, Londres y Roma. Las posibilidades eran fascinantes. Él necesitaba un cambio. Dos meses y medio antes, le había dejado clara su postura a Miguel. O le daba un nuevo cargo en Chaves Corporation o buscaría trabajo en otro sitio. Dirigir los proyectos turísticos de la empresa encajaba perfectamente con sus deseos. Miguel había cumplido su promesa y Pedro tenía intención de asegurarse de que el Newcastle Chaves cumpliera todas sus expectativas. Pero no había contado con que lo pusieran a trabajar con la hija del jefe. La miró y sintió un nudo en el estómago. No se parecía en nada a la niña regordeta y de cabello oscuro que aparecía en la fotografía que Miguel tenía en su escritorio. Tampoco a la mujer que él había imaginado montones de veces durante los seis últimos años, mientras se sentaba frente a Miguel y escuchaba cómo hablaba de ella con desesperación.


–¿Quieres que Paula trabaje en el hotel? –preguntó sin tratar de ocultar su escepticismo.


Paula se puso tensa. Después se dirigió a su padre.


–¿No le habías contado a Dominic tus planes para que trabajemos juntos? –tragó saliva–. Si tomaste la decisión la semana pasada...


Miguel dió una palmada sobre el escritorio.


–Hago las cosas a mi manera, jovencita. Este es mi despacho, y en él mi palabra es la ley –la señaló con el dedo–. ¡Dirijo mi empresa como quiero!


–No se lo dijiste porque pensabas que se negaría a trabajar conmigo.


Miguel no dijo nada. Pedro sabía que lo que había dicho Paula era cierto. Si él lo hubiera sabido antes, habría buscado cualquier excusa para no aceptar el puesto. Y habría cedido. No quería perderlo. Se aclaró la garganta y preguntó:


–Miguel, ¿Cuál es el papel que crees que Paula puede desempeñar en el hotel?


–Paula dice que puede crear el restaurante de mis sueños. Centrará su experiencia en las cocinas y los comedores. Tú, por supuesto, estarás a cargo de las operaciones.


Pedro asintió.


–Y tú, hija mía, le consultarás a Pedro todo lo necesario.


–Por supuesto.

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