viernes, 11 de febrero de 2022

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 58

 –Te presento a Román –dijo Patricia.


La miró con un pánico que debió resultar más que evidente, a juzgar por lo que le dijo:


–No te preocupes, que yo te enseño. Que tenga la cabecita apoyada. ¿Ves cómo lo sostiene Paula?


Y Pedro se encontró con un bebé en los brazos que lo miraba con unos ojillos pequeños como botones, en la carita más arrugada que había visto nunca.


–Háblale –le sugirió.


–ET, llamando a casa –le dijo en voz baja, y creyó que el bebé suspiraba–. Era una broma, hombre. Te pareces más a Yoda. Un Yoda muy guapo, eso sí.


Miró a Paula, que arrullaba al bebé como si hubiera nacido para ello. Él no sabía qué decir, hasta que, de pronto, lo supo. Comenzó a cantar. Le pareció que habían pasado apenas unos segundos cuando Patricia volvió a llevarse al niño, que se había quedado dormido en sus brazos.


–Gracias –le dijo.


–No, gracias a tí –contestó él.



Hicieron el camino de vuelta a casa en silencio. Cuando pasaron por delante del minigolf, no sintió ganas de jugar. Al verla con el bebé, lo supo. Supo lo que había querido toda su vida pero había tenido miedo de no ser capaz de conseguir, y había fingido no desear. Estacionó delante de su casa.


–Tengo mucho que hacer aún para la gala.


–¿Es una organización benéfica, lo de los bebés?


–Sí. Se llama Brazos y abrazos.


–¿Por qué no organizamos la gala de Mamá para recaudar fondos para ellos?


–Es cierto que necesitan dinero para funcionar, pero no es la organización que escogió Mamá.


–Hablaré con mi corporación esta tarde, y que llamen a Patricia. Lo que quieran, sea lo que sea, lo tendrán.


–No te he llevado allí por eso, para pedir una donación.


–Lo sé. Como yo tampoco te llevé a Vancouver para comprarte aquel vestido, pero te lo compré de todos modos.


–¿Que me lo has comprado?


–Claro. Y ahora ¿qué piensas, Pauli? ¿Podrías enamorarte de un tío como yo?



Habiá metido la pata. No era eso lo que quería decir. No sabía de dónde narices había salido la pregunta. Desde luego no era su intención, ni la razón por la que había hecho las donaciones, ni el motivo para haber salido de compras el día anterior. Y ahora lo había echado todo a perder sacando el pasado a relucir. Durante los últimos días se había convencido de que habían logrado dejarlo atrás. Pero el pasado nunca dejaba de estar ahí, ¿No? ¿No era esa la razón por la que la había empujado a ir al Club Náutico? ¿Para que se defendiera por sí misma? ¿Acaso no era cierto que no podía mirarla sin recordar cómo era antes, sin revivir la felicidad que le proporcionaba saber que confiaba en él, cómo se sentía teniéndola en los brazos, cómo le llenaba la cara de besos? 


Paula dió un paso atrás.


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