viernes, 25 de febrero de 2022

Irresistible: Capítulo 13

 –¿Estás diciendo que dudas de mi capacidad para desempeñar mis funciones de manera adecuada?


Paula comenzó a moler el café y aprovechó la excusa para permanecer en silencio.


–¿Paula? –la llamó con firmeza en la voz.


–Estoy diciendo que no voy a darlo por sentado –sirvió dos tazas de café y le preguntó–. ¿Tomas leche y azúcar? –al ver que él negaba con la cabeza le acercó una de las tazas–. Que el hotel sea un éxito es algo muy importante para mí.


–¿Por qué?


–Ya te lo he dicho. Era el sueño de mis padres.


–Creo que hay algo más que eso –dijo él, mirándola con ojos entornados.


Y así, sin más, ella se sintió como si estuviera en una entrevista de trabajo. Odiaba las entrevistas de trabajo, y no estaba dispuesta a compartir con Pedro sus verdaderos motivos. El hecho de su objetivo era que su padre se sintiera orgulloso de ella. Quería mantener la distancia. Quizá estuvieran condenados a compartir físicamente aquel departamento, pero no tenía por qué compartir lo que les pasaba por la cabeza.


–¿Y tú por qué quieres supervisar este proyecto? –preguntó ella–. ¿A qué se debe el cambio?


–Supone un nuevo reto para mí.


Paula reconoció su respuesta como una evasiva. Quizá no tuvieran mucho en común, pero ambos querían tener las cartas bien guardadas.


–Igual que para mí.


–Ya –contestó él con mirada burlona.


Paula esperaba que él siguiera haciéndole preguntas al respecto pero Pedro se encogió de hombros sin más y preguntó:


–¿Piensas dejar a la gata en la jaula todo el día?


Paula suspiró y, con la taza en la mano, se dirigió al salón. Dejó la taza sobre la mesa de café y se arrodilló junto a la jaula.


–Hola, Silvestre. Vas a ser una gata buena, ¿Verdad? Vamos a hacerlo poco a poco, ¿De acuerdo? Te dejaré la puerta abierta para que puedas salir a conocer tu nueva casa cuando quieras. Después te daré algo de comer, ¿Te parece bien?


–Me parece que le estás dando demasiadas explicaciones –dijo Pedro.


–No hagas caso a ese idiota –dijo ella, con tono tranquilo.


Silvestre la miró fijamente y movió la cola.


–No estoy segura de cómo va a reaccionar –le dijo a Pedro–. No está muy contenta.


–Es un gato –dijo él–. ¿Cuánto pesa? ¿Dos kilos? No podrá causar tanto daño.


–Eso es lo que tú crees.


Él sonrió y Paula sintió que algo se removía en su interior. Con el corazón acelerado, abrió la jaula y esperó.

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