miércoles, 9 de febrero de 2022

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 54

Su expresión se volvió distante.


–Y que no confías en nadie, aparte de tí mismo.


Mac no la miró. Parecía de pronto muy concentrado en pilotar el avión.


–Estoy segura de que la actitud de mi padre no te fue de mucha ayuda. Lamento que la gente de Chaves Beach te tratase como lo hizo, y mi padre en particular. Cuando me contaste cómo te amenazó con denunciarte por ladrón, me quedé atónita, pero aún más al darme cuenta de que permitiste que se saliera con la suya. Dejaste que te obligara a marcharte. Siempre había creído que eras de esa clase de hombres que deciden quedarse y plantar cara para lograr lo que desean.


–Yo me imaginaba que dirías algo en mi defensa, pero no lo hiciste, ¿Verdad?


Todos aquellos años había estado alimentando el rencor sin pararse a pensar que también ella podía haberle hecho daño.


–Aquel verano… –continuó él– nunca me había sentido así con otra persona. Tan unido. Tan cerca.


Paula sintió que no le llegaba el aire. Era la primera vez que le hablaba de sus sentimientos.


–Y el hecho de que tú fueras una niña rica, la hija del médico, y que me quisieras… No encajabas en el papel. Eras tan real, tan auténtica… Y yo lo era también contigo. Era yo mismo. Fuera quien fuese esa persona.


–¿Por qué no me pediste que me fuera contigo, Pedro?


–Al ver qué postura tomabas con tu padre, pensé que ya sabía lo que me ibas a decir si te lo proponía. Que al final, nunca podrías enamorarte de un chico como yo. Que el salto era insalvable, y puede que hasta hubiera sido injusto que te lo pidiera.


Le sorprendió descubrir dolor, aunque fuera solo por unos segundos, en su expresión. Había confiado en ella, y le había fallado. Su confianza había sido para él el regalo más preciado que podía hacerle. Paula intentó explicarse.


–Fue cuando me dí cuenta que de verdad ibas a irte, y que no ibas a pedirme que me fuera contigo, que ni siquiera te lo habías planteado, cuando dije eso de que nunca podría enamorarme de un chico como tú.


Él la miró.


–Me dolió en el alma, Paula. Me hizo tremendamente consciente de todo lo que nos diferenciaba. Supongo que, antes de que dijeras eso, pensaba que nos mantendríamos en contacto. Que podríamos llamarnos por teléfono y escribirnos. Incluso vernos de vez en cuando.


Era el momento de decirle que aquella frase nunca había significado que no fuera lo bastante bueno para ella, sino que era demasiado cerrado.


–Pedro, lo siento.


Pero él parecía incómodo de pronto, como si le hubiera revelado demasiado sobre sí mismo.


–Ha pasado mucho tiempo ya. Y mira dónde estoy ahora. Bueno, dónde estamos. Casi hemos llegado. Mira por la ventanilla, que vamos a pasar por encima del Océano Pacífico en dos minutos.


Su rostro parecía completamente cerrado. Si insistía, era capaz de saltar del avión en paracaídas. Bueno, aún quedaba el viaje de vuelta. Y a lo mejor necesitaba de verdad que alguien lo rescatara.


–¡Solo hemos tardado dos horas! En coche son por lo menos diez.


–Lo sé. Es genial, ¿Eh?


–Y que lo digas.


De pronto sintió una predisposición a olvidarse de todo y disfrutar de las sorpresas que el día pudiera depararle, el hecho de que, por una razón desconocida, el destino había vuelto a ponerla junto al hombre que la dejó embarazada tantos años atrás. Junto al hombre que la había hecho daño. Y al que ella había hecho daño a su vez. ¿Se les estaría ofreciendo una segunda oportunidad?

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