lunes, 28 de febrero de 2022

Irresistible: Capítulo 17

Pedro apretó los dientes y respiró hondo.


–Por supuesto –contestó él recordando que debía actuar como si fuera encantador.


Ella podía bostezar todo lo que quisiera. Su respuesta siempre sería cortés. Estaba decidido a impresionarla con aquella comida. Y con sus modales. Rompería las barreras que ella había construido y la haría reír, bromear y discutir con él, disfrutando del momento. Le demostraría que no era un animal.


–¿Cómo sabes que no he cocinado?


Ella bebió un sorbo de champán antes de contestar. Sus labios mojados tenían un brillo que a Pedro le resultaba difícil ignorar. Quizá no llevara maquillaje ni ropa elegante, pero sus maneras, sus gestos, mostraban su sensualidad innata. Se movía con el garbo y la confianza de una mujer segura de sí misma.


–Solo huele a comida cocinada, no a comida cocinándose.


Él pestañeó.


–Además, cuando uno cocina hace ruido y el departamento ha estado toda la tarde en silencio.


«Ajá, así que ha estado atenta», pensó él.


–Tienes que servir el pescado antes de que se seque.


«¿Cómo diablos…?».


–Lo huelo –dijo ella, antes de que él preguntara nada.


Era cocinera. Por supuesto que podía olerlo. Paula desdobló la servilleta y se la colocó en el regazo. Miró a Pedro y arqueó una ceja. Él se puso en movimiento. Se suponía que debía servir la comida, con estilo y delicadeza. No quedarse allí mirándola como un bobo. Se dirigió a la cocina, se apoyó en la encimera y contó hasta tres. No era un bobo. Ni tampoco un animal. La haría sonreír. Abrió los ojos, enderezó la espalda y llevó los platos a la mesa. Con una reverencia, colocó el plato de bacalao al vino blanco delante de ella y se sentó. Paula inhaló el aroma que desprendía el plato. Él la miró con atención, para observar la expresión de emoción que tantas veces había imaginado que pondría al ver la comida. Si no estaba equivocado, ella reaccionaría ante un plato de alta cocina como las otras mujeres reaccionaban ante una joya.


–Han puesto orégano en la salsa en lugar de mejorana. ¿Por qué camuflar el delicado sabor del pescado de ese modo? –lo miró decepcionada.


Pedro se quedó sin habla. Ella agarró el tenedor, partió una pizca de pescado y se lo llevó a los labios. Él contuvo la respiración y esperó. Pero Paula no puso ninguna expresión de emoción. Se sintió decepcionado. Ella levantó la vista y lo miró.


–Aun así, está rico y jugoso –dijo ella–, tal y como esperaba – puso una media sonrisa. Como si tuviera que esforzarse para hacerle un cumplido


Como si fuera bobo. En ese mismo instante, Pedro perdió el apetito.

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