lunes, 7 de febrero de 2022

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 50

En algún momento se le ocurrió pensar que aquella necesidad suya no obedecía solo a su deseo de que Paula se divirtiera, pero dado que ya sabía cómo hacerlo, no quiso plantearse la pregunta de si no se estaba metiendo en demasiadas profundidades.


–¿Señorita Chaves? –preguntó una voz profunda y algo distorsionada.


–¿Sí?


Estaba todavía dormida, pero decidió seguirle el juego. Eran las seis de la mañana, y una chica podía vivir para despertar por las mañanas con el sonido de su voz, por más que intentase disfrazarla.


–Acaba de ganar un viaje a Vancouver con todos los gastos pagados. Su vuelo sale del pantalán Ana dentro de diez minutos.


El plan parecía divertido. Y excitante. ¿Cómo era posible que hubiera cambiado tanto en los últimos días?


–¡Pedro!


Su voz volvió a ser la de siempre.


–¿Cómo lo has sabido?


–Porque eres la única persona que conozco que tiene un avión amarrado al pantalán de Mamá. No puedo irme ahora, Pedro. ¡Si apenas faltan unos días para la gala!


–Voy para allá.


Paula suspiró. Pedro iba para allá. Pasaban de una casa a la otra como si fuera la cosa más natural del mundo. La verdad es que estaba deseando verlo. La primera vez que lo veía cada día era un momento maravilloso. Un momento maravilloso al que tenía que ponerle punto final, porque estaba jugando con fuego. Deseaba saborearlo, abrazarse a él, besarlo. Pero no. Eso era lo que lo había destrozado todo la última vez. Se puso la bata y fue a abrir. Pedro estaba increíble, cómo no, con camisa y pantalón caqui.


–Pasas demasiado tiempo con esa bata puesta, Pauli.


–Es que son las seis de la mañana.


–Bueno, entonces, ¿Qué me dices? ¿Te animas a jugar?


–Uno de los dos tiene que ser responsable y adulto, ¿No? La gala…


–Esa es una de las razones para hacer el viaje.


Ella se cruzó de brazos, convencida de que la explicación no iba a servir.


–Mamá se ha dado cuenta de que no es solo por el Día de la Madre, sino en su honor. Está muy impresionada de que algo que es para ella se vaya a celebrar en el club náutico. 


–¡Pero si tenía que ser una sorpresa!


–Vamos, Paula, tú sabes bien que en Chaves Beach no hay secretos.


Vaya si lo sabía.


–¿Se lo has dicho tú?


–No. Alicia Butterfeld. Al parecer, se le escapó. Mamá piensa que es mejor que se haya enterado porque dice que no tiene nada que ponerse para una ocasión tan ostentosa.


–¿Te importaría cambiar de adjetivo? Nos haces parecer un puñado de provincianos intentando darse aires.


–Lo borro de mi vocabulario si vienes.


¿En serio? ¿Un viajecito así, de compras, a la gran ciudad? ¿Cómo iba a decir que no? Pero era divertido verle intentar convencerla de algo que ya tenía más que claro que iba a hacer.


–Mamá dice que un cabeza hueca como yo no puede ayudarla a elegir vestido.


–¡Pero si tiene más vestidos y sombreros a juego que la reina!


La expresión divertida de Pedro desapareció y se volvió a mirar las aguas del lago.


–Me ha dicho que no le vale nada de lo que tiene. Que el invierno pasado perdió mucho peso.


Paula sintió las garras del miedo.

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