miércoles, 23 de febrero de 2022

Irresistible: Capítulo 7

Se fijó en sus labios carnosos y en su cabello largo y oscuro mientras ella escuchaba lo que su padre le decía y sintió que la piel se le ponía tirante. Cuando Paula cruzó las piernas y se le subió la falda, no pudo evitar posar la mirada sobre su muslo bronceado. Un fuerte calor invadió su entrepierna y todo su cuerpo reaccionó. Tuvo que hacer un esfuerzo para no blasfemar. Hacía mucho tiempo que una mujer no le provocaba una reacción así. ¿Y por qué Paula? ¿Y en ese momento? No le faltaba la compañía de bellas mujeres y no era un secreto que le gustaba la variedad. Si ella hubiese sido otra persona... Si hubiese sido otra mujer habría intentado acostarse con ella antes de finalizar la semana. Pero no podía hacerlo. Era la hija de Miguel. Y durante los dos meses siguientes tendría que encontrar la manera de trabajar con ella. Miró las carpetas de Paula que estaban sobre el escritorio de Miguel y frunció los labios. ¡Contenían un catálogo de lencería! Pensó en como Paula había engañado a su padre de esa manera tan descarada y, al recordar a todas las mujeres que se habían aprovechado del suyo, sintió que se le helaba la sangre. Paula no conseguiría manipularlo tan fácilmente. Eso no significaba que no pudiera jugar al mismo juego que ella. Paula no decepcionaría a Miguel en esa ocasión. Pedro no lo permitiría. También estaba en juego su reputación.


Paula se volvió hacia él.


–¿Qué opinas Pedro?


Él no había seguido la conversación, pero se encogió de hombros y dijo:


–Opino que va a ser toda una experiencia trabajar contigo, Paula –posó la mirada sobre sus labios–. Respeto tu entusiasmo.


–Gracias.


Pedro esbozó una amplia sonrisa.


–Pero quiero dejar claro que no te haré ninguna concesión solo porque seas la hija de Miguel.


–No espero que lo hagas.


–Exijo calidad.


Ella alzó la barbilla y provocó que él deseara besarla.


–Me alegra oírlo.


Pedro se aseguraría de que ella continuara en el proyecto hasta el final. Y de que cumpliera la promesa que le había hecho a Miguel. Cuando las cosas se pusieran difíciles y ella intentara escapar, descubriría que su voluntad era más férrea que la suya. Paula iba a recibir su merecido.





Paula intentó sonreírle al gato, pero el animal la miró a través de los barrotes de su jaula como si supiera que no era una sonrisa sincera.


–Puede que seas un gato con pedigrí, pero sigues siendo un gato –murmuró ella–. Y estás enjaulado.


Se recolocó la bolsa de viaje sobre el hombro e intentó abrir la puerta con la llave mientras sujetaba la jaula lo más derecha posible. En ese momento, alguien abrió desde dentro y ella se tambaleó hacia delante, dándose de bruces contra un torso masculino. El torso desnudo de Pedro. Durante un momento, todo se paralizó. Él. Ella. El tiempo. Incluso Silvestre, el gato. Cuando el animal maulló, Paula reaccionó y apoyó una mano sobre el torso desnudo de Pedro para separarse de él.

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