miércoles, 23 de febrero de 2022

Irresistible: Capítulo 9

 –La imagen de Adán y Eva jugueteando en el Jardín del Edén, con las hojas de higuera colocadas estratégicamente.


«Estupendo». Paula no quería compartir ningún departamento con Pedro, pero ¿Compartir aquel? Lo miró y se le formó un nudo en el estómago. Se rumoreaba que las mujeres caían rendidas a sus pies muy a menudo. Y se decía que él las recogía del suelo, les sacudía el polvo, les hacía el amor e iba en busca de la siguiente. Ella no tenía intención de caer rendida a los pies de ningún hombre, y mucho menos a los de Pedro pero... ¡Vaya departamento! Bajo la ventana había un sofá de terciopelo rosa y, frente al televisor, otro del mismo color pero más pequeño. También había una mesa de comedor con cuatro sillas y una lámpara de araña colgada del techo. El mobiliario era delicado, femenino y acogedor. Ella se abrazó por la cintura. En ese momento, Silvestre maulló y Paula se sobresaltó. Retiró la jaula de la mesa de café y comprobó que no se hubiera rayado la madera. Pedro miró al gato y frunció los labios, como si acabara de ver algo que deseaba no haber visto.


–¿Eres alérgico? –preguntó ella. Quizá él preferiría dormir en una tienda de campaña en lugar de compartir la casa con un gato.


–No.


«Maldita sea».


–Pero no me gustan.


–A mí tampoco. Me gustan más los perros.


–Entonces, ¿Por qué tenemos un gato en nuestro departamento?


–No es mío. Le estoy haciendo un favor a una amiga –suspiró–. Solo lo tendré durante una semana, o quizá dos. Si los odias realmente, puedo mudarme a Newcastle más tarde –así podría librarse de aquel horrible departamento. 


Y aunque tendría que recorrer un largo trayecto a diario, la idea le resultaba más atractiva que pasar más tiempo del necesario en aquella casa. Con Pedro.


–Podré aguantar al gato una semana o así.


«Estupendo».


Ella miró a su alrededor y se mordió el labio inferior.


–Así es exactamente como yo me imagino un burdel.


–Nunca he estado en un burdel, así que no te puedo decir.


«No, Pedro nunca tendrá que pagar para mantener relaciones sexuales», pensó Paula.


–No es posible que mi padre haya alquilado este departamento.


–No lo ha organizado él. Habrá hecho la reserva la secretaria de su secretaria.


–Ya. Y por casualidad, ¿Tú no conocerás a esa secretaria de la secretaria?


Él permaneció inmóvil. Después se volvió y entornó los ojos antes de cruzarse de brazos.


–¿Me estás preguntando si me he acostado con la secretaria de la secretaria de tu padre?


–Te estoy preguntando si crees que hay alguien a quien esto pueda parecerle divertido.


 ¿A cuántas mujeres les había roto el corazón? ¿Cuántas mujeres estarían dispuestas a aprovechar la oportunidad de vengarse?


–Has oído rumores.


–Advertencias –contestó ella–. Pedro, tienes cierta reputación. Y una mujer sería idiota si lo ignorara. Me han dicho que eres capaz de partirle el corazón a una mujer con la misma facilidad con la que chasqueas los dedos. Es un juego para tí.


Él la miró boquiabierto.


–Soy una mujer y tengo corazón, y ahora estoy atrapada contigo, en este departamento, y no sé por cuánto tiempo. Tengo intención de hacer caso a las advertencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario