lunes, 21 de enero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 15

–¿Vas a pasar el fin de semana en la montaña con tu jefe?

Sofía, la amiga de Paula, se había quedado sin habla durante unos segundos, y aunque al parecer ya había recobrado la capacidad de comunicarse, todavía no se había recobrado del shock que le había producido lo que acababa de decirle.

Paula se pasó el teléfono a la otra oreja.

–Es mucho más sensible de lo que pensaba.

–Me da igual lo sensible que sea –replicó su amiga–. ¿Qué pasará cuando se canse de tí?

–¿Tan aburrida soy? –se quejó Paula, paseándose por el salón de su departamento mientras hablaba.

–No me refiero a eso y lo sabes. La mayoría de los hombres, y sobre todo los hombres con dinero y puestos importantes como él, solo quieren a las mujeres para divertirse un poco, y luego, después de unas cuantas citas se buscan a otra –dijo Sofía–. Además, ¿No decías que era un donjuán?

–Bueno, sí, antes salía con un montón de mujeres, pero después de lo que ha pasado con su familia se ha vuelto más serio.

Bueno, al menos hasta donde ella sabía.

–Ya. Así que ahora se ha convertido en el hombre perfecto que busca a una chica agradable y tranquila para sentar la cabeza.

–Pues mira, a lo mejor sí.

–¿Y si te equivocas? Le has dado cinco años de tu vida a la empresa. ¿No decías que querías ascender?

–Sí, bueno, presenté mi candidatura incluso para ser coordinadora de eventos, pero nada.

Y lo cierto era que le dolía un poco, sobre todo teniendo en cuenta que la mujer a la que habían contratado no le parecía especialmente brillante.

–En fin, tendré que seguir intentándolo.

–¿Y crees que tener un romance con tu jefe te ayudará?

–No tenemos un romance… al menos todavía. Solo nos hemos besado.

–Pues después de ese fin de semana en la montaña ya será un romance en toda regla. ¿De verdad crees que de pronto decidirá que eres la mujer de sus sueños y que te pedirá que te cases con él?

Paula inspiró.

–Bueno, ¿Y qué? ¿Acaso es un crimen soñar? Tú te has casado, ¿No?

–Sí, pero me casé con un compañero de trabajo, no con uno de los jefazos. Me preocupo por ti porque eres mi amiga, Pau, y sé lo mucho que significa para tí tu trabajo. Creo que es una empresa en la que podrías ascender y tener un puesto de más responsabilidad, y no quiero que tires eso por la borda solo por un romance con un hombre por el que sientes lástima por lo mal que lo está pasando.

–Siempre puedo encontrar un trabajo en otro sitio.

–¿Tal y como están las cosas? Yo me estoy aferrando a mi empleo con uñas y dientes; ahora mismo no llueven precisamente las ofertas de trabajo.

–¡Hay que ver cómo me animas! –protestó Paula, sintiendo que sus ilusiones se desmoronaban igual que un castillo de naipes. Hacía un momento había estado fantaseando con convertirse en la esposa de Pedro Alfonso y de repente su amiga le había hecho poner los pies en la tierra–. ¿No crees que tengo derecho al menos a divertirme un poco?

Sofía suspiró.

–Escucha, yo también echo de menos nuestras salidas. Es que no paramos con las reformas que estamos haciendo y…

Paula se rió.

–No intentaba hacerte sentir culpable para que salgas conmigo – la tranquilizó–. Ya sé que todo esto te parece una locura, pero el caso es que desde que nos besamos supe que no había marcha atrás. Es un poco como estar subida en una montaña rusa. Ya está en marcha y no me puedo bajar, así que creo que lo mejor será que disfrute el momento y que cruce los dedos.

–Pues yo tengo un nudo en el estómago desde que me lo has dicho, y quiero que el lunes me cuentes con pelos y señales todo lo que pase.

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