miércoles, 16 de enero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 1

–Al menos hay algo bueno en todo esto –vociferó Pedro Alfonso, estampando el móvil sobre la mesa de juntas.

Paula Chaves se quedó mirando a su jefe con incredulidad. No alcanzaba a imaginar cómo aquella situación pudiera tener un lado positivo.

–¿El qué? –inquirió.

Los ojos de Pedro relampaguearon cuando contestó:

–Que ahora sabemos que las cosas no pueden ir peor –se inclinó hacia delante en su asiento. Los empleados presentes en la reunión permanecían inmóviles como estatuas–. He intentado razonar con el fiscal, con la policía, con el senador del estado… y no ha servido de nada –se levantó y se puso a caminar alrededor de la larga mesa–. Mi familia está sufriendo un auténtico asedio y nos disparan por todos los flancos –alto, de facciones marcadas, pelo negro y ojos grises, Pedro imponía tanto como un general arengando a sus tropas antes de entrar en combate–. Y mi madre, Ana Zolezzi Alfonso, una mujer sin tacha, va a pasar la noche entre rejas como una vulgar ladrona.

Soltó una ristra de improperios que hizo a Paula encogerse en su asiento. Llevaba cinco años trabajando para Pedro y nunca lo había visto así. Era un hombre muy tranquilo, que no se alteraba jamás, que siempre tenía tiempo para todo el mundo, y que veía la vida de un modo despreocupado. Claro que eso había sido antes del asesinato de su padre y de descubrir que este había llevado una doble vida.

Pedro se acercó a su hermano Federico.

–Fede, tú te ocupas de buscar nuevos clientes para la compañía; ¿Has conseguido alguno en las últimas semanas?

Federico inspiró. Los dos sabían la respuesta a esa pregunta. Hasta algunos de sus clientes más fieles los habían abandonado cuando se había desatado el escándalo.

–Bueno, tenemos a Larrimore.

–Cierto. Supongo que podemos aferrarnos a esa esperanza. Marcos, ¿Cómo van las cuentas? –Pedro fue hasta el director financiero y por un momento Paula creyó que iba a agarrarlo por el cuello de la camisa.

Marcos se encogió en su asiento.

–Bueno, como sabes nos enfrentamos a ciertos retos que…

–¡Retos! –lo cortó Pedro arrojando los brazos al aire en un gesto dramático–. Un reto es una oportunidad para crecer, es aprovechar las oportunidades cuando se presentan, abrazar el cambio… –se alejó unos pasos y se volvió hacia la mesa. Todos estaban rígidos en sus asientos, probablemente rogando por que no se dirigiera a ellos–. Pero lo que yo veo es una compañía que se va a pique –se pasó una mano por el oscuro cabello. La ira le endureció sus apuestas facciones–. Y todos ustedes están aquí tomando notas como si estuvieran en una clase en el instituto. ¡Lo que hace falta es quese esfuercen, maldita sea! ¡No están haciendo lo suficiente!

Nadie se movió un milímetro. Paula, incapaz de contenerse, se levantó. Tenía que sacarlo de allí cuanto antes; estaba perdiendo los estribos.

–Em… Pedro…

–¿Qué? –inquirió él bruscamente, girándose hacia ella.

–Es que necesito hablar contigo un momento; fuera, si no te importa.

Paula tomó su portátil y se dirigió a la puerta con el corazón martilleándole en el pecho. Con ese humor de perros su jefe sería capaz de despedirla en el acto, pero no podía dejar que insultara y acosara al resto de empleados, que ya estaban soportando bastante presión sin haber hecho nada para merecerlo.

–Estoy seguro de que puede esperar –Pedro frunció el ceño y señaló la mesa de reuniones con un ademán.

Paula se detuvo.

–Solo será un momento; por favor –le dijo, y echó a andar de nuevo hacia la puerta con la esperanza de que la siguiera.

–En fin, parece que lo que mi secretaria quiere consultar conmigo es más urgente que el inminente colapso del Grupo Alfonso y el que mi madre esté en prisión –dijo Pedro a sus espaldas–. Y como ya ha acabado la jornada estoy seguro de que todos tenéis cosas mejores que hacer que seguir aquí, así que hemos terminado la reunión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario