viernes, 18 de enero de 2019

Amor Complicado: Capítulo 10

Después de que la arrestaran no estaba segura de que se lo fuera a tomar bien. Estaba convencida de que Ana Alfonso era inocente, pero se sentía culpable de no haberle dicho a Pedro lo que le había dicho a la policía.

–Mi padre habría querido que mantuviese la cabeza bien alta y que siguiese peleando.

El camarero llegó en ese momento con el champán, y lo observaron en silencio mientras lo servía en dos copas altas.

–Y eso es lo que pienso hacer –le dijo Pedro a Paula cuando el camarero se hubo retirado–. Me he pasado toda la tarde intentando convencer al fiscal para que accediera a que fijasen una fianza para mi madre, pero no ha habido manera. Y luego negociando con Apex International por teléfono.

–¿El importador de juguetes?

–Sí. He logrado convencerles de que sigan con nosotros. Les dije que el Grupo Alfonso es la compañía mercante más eficiente, con mejor gestión y mejor precio por servicio de toda la costa este y que pretendemos seguir siéndolo –levantó su copa y la chocó suavemente contra la de ella–. Gracias por alejar los nubarrones negros –le dijo.

La expresión cansada pero sincera y valiente en su mirada la conmovió.

–Si en algo puedo ayudar, aunque no sea gran cosa, no tienes más que…

–Ya me estás ayudando –la interrumpió Pedro, y la llama del deseo en sus ojos la hizo estremecer–. Tu lealtad significa muchísimo para mí. Me has demostrado que puedo contar contigo en una situación de crisis. No se cómo habría sobrevivido a las últimas semanas sin tí.

El corazón de Paula palpitó con fuerza. ¿De verdad significaba tanto para él?

–Gracias –murmuró.

Sin saber qué más decir, Paula tomó la carta y se puso a ojearla, fingiéndose muy interesada en los platos que se detallaban en ella.

Pedro se decantó por una paletilla asada de cerdo con salsa barbacoa y verduras salteadas. Ella escogió un plato de gambas acompañado de ensalada.

–Estoy pensando que no sé mucho de tí –dijo Pedro cuando el camarero se hubo retirado, tras tomarles nota–. Sé que vives aquí, en Charleston, pero aparte de eso eres un enigma para mí. No hablas mucho de tí.

Paula inspiró.

–No hay mucho que contar.

Dudaba que Pedro encontrase interesante el hecho de que su padre biológico, un jugador de rugby al que su madre había conocido siendo una adolescente, se hubiera negado a casarse con ella cuando la había dejado embarazada. Ni tampoco que había crecido con una sucesión de padrastros que habían entrado y salido de su vida.

–Me crie en Greenville y fui al instituto en Columbia. Mi madre y yo nos mudamos aquí después de que terminara la universidad. A las dos nos encanta Charleston.

–¿Vives con ella?

–No, mi madre vive en las afueras –con el último novio que se ha echado, añadió para sus adentros–. Me gusta tener mi propio departamento.

–Pues yo no sé qué decirte; echo de menos la comida de mi madre –comentó él con una sonrisa.

De inmediato, sin embargo, su rostro se ensombreció, y Paula sintió una punzada de culpa. ¿Habrían arrestado a su madre por lo que le había dicho a la policía?

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