viernes, 16 de marzo de 2018

Inevitable: Capítulo 34

—Pero  ya  veo  que  te  has  traído  consuelo  contigo —la  mujer  miró  a  Paula de  arriba abajo con una sonrisa—. ¿Y quién es esta chica tan guapa, querido?

—Mi asistente —gruño Pedro—. Paula Chaves, Estefanía Kremmerer.

¿Aquélla era Estefanía? ¿Su anfitriona? ¿La agente de Pedro?

—¿Tu asistente? Estás de broma, ¿Verdad? He visto a tus chicas, Pedro. Esta no tiene nada que ver con ellas.

—Sin embargo lo es.

—Eso  es  exactamente  lo  que  soy,  señorita  Kremmerer  —dijo  Paula ofreciendo  la mano a su anfitriona—. He oído hablar mucho de usted. Gracias por dejarle a Pedro que me invitara.

Estefanía agitó una mano con desdén.

—Pedro siempre  hace  lo  que  quiere  —dijo  tomando  la  mano  de  Paula un  instante—.  Me  alegro  de  tenerte  aquí,  querida  —entonces  se  volvió  hacia  Pedro—. Tienes  que  hablar  con  Palinkov.  Que  te  conozca.  Demuéstrale  que  no  le  guardas rencor. Vamos. Está bajo esa palmera.

Empezó a arrastrarlo.

—Paula...

Estefanía detuvo a un fornido muchacho que pasaba con la otra mano.

—Pablo cuidará a Paula perfectamente. ¿Verdad, Pablo?

Pablo, un californiano de pelo rubio por el sol y ojos azules, esbozó una lenta sonrisa.

—Apuéstate los calcetines a que sí.

Pedro pareció dudoso.

Paula no  quería  que  se  sintiera  como  su  niñera.  Después  de  todo,  para  él  aquella  fiesta  era  de  trabajo  y  ya  había  sido  bastante  amable  en  invitarla.  Así  que  esbozó una radiante sonrisa y agitó la mano.

—Diviértete.

Pedro frunció el ceño.

—Diviértete tú también —murmuró mientras empezaba a seguir a Estefanía .

—¿Quieres mover el esqueleto? —preguntó Pablo.

—¿Mover el esqueleto? ¡Qué divertido!

Ella era una mujer adulta.No era su trabajo vigilarla y asegurarse de que no se sintiera fuera de lugar. ¡Maldición, si lo que quería era que se sintiera fuera de lugar!Quería que volviera a Iowa. Entonces,  ¿Por  qué  estaba  doblando  el  cuello  en  busca  de  un  vestido  rojo  prestando sólo atención a medias a una conversación importante? Se  portó  con  toda  cortesía  con  Palinkov,  besó  la  mano  de  su  mujer  como  el  caballero cosmopolita que quería aparentar y le aseguró que estaba deseando ver lo que hacía Franco MacCauley con su siguiente colección. Entonces se disculpó y se fue a buscar a Paula.No había rastro de ella por ninguna parte.Había oído al tal Pablo invitarla a bailar, pero tampoco estaba en la pista.

—¡Pedro! ¡Estaba pensando llamarte!

Era Santiago, uno de los representantes de una agencia al que no había visto desde hacía tiempo.

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