miércoles, 7 de marzo de 2018

Inevitable: Capítulo 12

Pedro se encogió de hombros.

—Le  dije  que  empezábamos  a  las  nueve,  así  que  a  ver  si  aparece.  Quizá  haya  recuperado ya la razón y haya decidido volver a su casa.

En ese momento se abrió la puerta.

—¿Quién? ¿Yo? —preguntó Paula.

Pedro lanzó un gemido. En parte porque siguiera en la ciudad y en parte porque estaba tan dulce, inocente y deliciosa como el día anterior.También  parecía  fresca  y  bien  descansada,  mucho  más  que  él.  Y  aunque  tenía  las mejillas sonrosadas, el color parecía más de salud que de vergüenza. Parecía que se muriera de ganas de empezar a trabajar.

—Todavía  no  te  he  encontrado  un  sitio  para  quedarte  —anunció  Pedro para  disuadirla.
Hamptons,  pero  el  otro  día  me  dijo  que  le  gustaría  que  alguien  echara  un  vistazo  a  las  cosas,  estar  allí  cuando  aparezcan  los  escayolistas  y  ese  tipo  de cosas.

—Mi hermana necesita que alguien se quede en su casa —intervino Cecilia.

Tanto Paula como Pedro se dieron la vuelta para mirarla.Cecilia se encogió de hombros.

—Si necesitas un sitio donde quedarte, puedes hacerlo en casa de mi hermana. Le van a remodelar el departamento este verano. Van a hacer mucha obra y ella va a estar  fuera,  en  los 
A Paula se le iluminaron los ojos.

—¡Fantástico!

—Espera un minuto —objetó Pedro.

Todos lo miraron. Él abrió la boca de nuevo y la cerró. ¿Qué iba a decir? ¿Que no  creía  que  el  departamento  de  la  hermana  de  una  estilista  de  pelo  morado  fuera  apropiado para una profesora de jardín de infancia?

—Mi  hermana  no  se parece  a  mí  —pareció  leerle  el  pensamiento  Cecilia—. Karina es... normal.

—No me refería  a  eso  —se   encogió  de  hombros  con  irritación—.   Bien,   pregúntale a tu hermana y ahórrame el problema. Yo tengo trabajo que hacer.

Se metió las manos en los bolsillos de los pantalones y se dio la vuelta hacia el estudio.Unos pasos se apresuraron a sus espaldas.

—Espérame —dijo Paula un poco jadeante.

Pero él no quería tenerla al lado en ese momento. Era demasiado consciente de su presencia.

—Vete a ayudar a Eliana. Cuando llegue Andrea que pase a ayudarme a mí.

Pedro se dió la vuelta el tiempo suficiente como para ver una mueca de decepción en su cara y apretó la mandíbula. Que le hubiera dicho que ayudar a Eliana no era lo mismo que echarla a la calle.La puerta exterior se abrió y empezaron a aparecer las primeras modelos.

—¡Hola, Pedro!

—¡Hola, precioso!

Pedro les dirigió miradas radiantes antes de volver a fruncir el ceño hacia Paula.

—Vete —dijo—. ¿No has aceptado cumplir lo que te ordenara?

Ella se sonrojó levemente, suspiró y se fue.Pedro se dió la vuelta para cargar un carrete y Sierra empezó a trabajar en el pelo de una rubia. Tras la puerta pudo escuchar a Eliana hablando con Paula acerca de la planificación.

—Déjame tomar algunas notas —dijo Paula.

Pedro asintió satisfecho. Si tenía que estar allí, el mejor sitio era al lado de Eliana.Ya sólo faltaba que apareciera Andrea.Necesitaba  que  le  colocara  los  focos  y  los  reflectores  mientras  Cecilia terminaba  con  el  pelo  de  las  modelos.  Y  después  necesitaría  que  le  fuera  cambiando  las  luces  mientras disparaba.Se puso a leer las notas que le había enviado la agencia y tomó algunas propias. Empezó a instalar el equipo él mismo cuando Eliana asomó la cabeza por la puerta.

—Acaba  de  llamar  Andrea.  No  puede  venir  hoy.  Parece  que  sus  planetas  no  tienen la alineación correcta.

Pedro  la miró alucinado.Eliana se encogió de hombros con una leve sonrisa.

—Parece que es muy sensible a ese tipo de cosas.

Pedro le lanzó una mirada glacial.

—Es una lástima —dijo Eliana con la misma sonrisa—. Te vendría bien un poco de ayuda.

Pedro pudo ver a Paula sentada ante la mesa hablando por teléfono con alguien y tomando  notas  con  atención  mientras  se  mordía  el  labio  inferior.  La  miró  y  después a Eliana. Maldición, ¿Es que iba a hacerle suplicar?

—Podría mandar a Paula para ayudarte cuando termine de hablar por teléfono —se aventuró su directora después de un momento.

—Hazlo. — Paula apareció a los cinco minutos.

—¿Qué puedo hacer? —preguntó con ansiedad.

—Coloca esos ahí —Pedro señaló los reflectores y le indicó donde.

Paula se puso a trabajar en el acto.

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