—¡Y no significaba nada para ella! Realmente no.
Sólo había sido algo inesperado y traumático. Y, además, nunca la había besado nadie salvo David. Simplemente no había sabido cómo asimilarlo.Pero era una mujer adulta. Debería ser capaz de superarlo.Se frotó la cara y se miró al espejo. Tenía las mejillas más rojas que los labios. ¡Qué idiota había sido pintándose los labios de aquella manera! ¡Como si la pintura fuera capaz de protegerla!
Nada podría protegerla salvo actuar como la adulta que se suponía que era.«Has llegado hasta aquí de lejos», se recordó a sí misma. Aunque se había paseado todo el domingo con enormes ojeras por el apartamento y con náuseas después de una noche en vela, no había cedido a la tentación de llamar a David o salir volando para Iowa. De hecho, cuando su madre la había llamado para preguntarle por las invitaciones de la boda y para decirle lo irresponsable que era por permanecer todavía en Nueva York, se había sorprendido a sí misma defendiendo con vehemencia su decisión de haber ido.
—No querrás que me pase como a la hermana de David, ¿Verdad? —había preguntado—. Ella y Kevin se casaron sin pensarlo y cinco años después estaba a la puerta de la casa de sus padres con tres niños.
—¡Tú nunca harías eso! —había exclamado su madre.
—No, no lo haré. Y venir a Nueva York es mi forma de asegurarme de ello.Su madre había vacilado un instante.
—¿No estarás pensándolo mejor, Pau?
—¡No! ¡Por supuesto que no!
No lo estaba. Su mente no lo estaba. Pero la noche anterior, su cuerpo y sus emociones la habían traicionado.Cuando había besado a Pedro ni siquiera había pensado en David. Al menos hasta que él había roto el abrazo, porque había sido él, con un gesto de asombro y angustia como ella sintió en ese momento. ¿Estaba pensándoselo mejor?No sabía lo que le estaba pasando.¿Sería aquel el tipo de tentación del que había hablado la hermana Carmen? ¿Sería Pedro su tentación?Y si se resistía, cuando se resistiera, ¿Sería su compromiso con David mucho más fuerte?
—Sí, decidió.
Eso era. El beso había sido la tentación y ella había resistido. Al fin y al cabo, sólo había sido un beso.
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